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09 de Marzo de 2016

¡Santa Marta optimista, la mejor opción!

El optimismo y la sonrisa sincera de esa gente trabajadora y honesta, a pesar de que los negocios aún no marchan como se espera, validaron definitivamente mi percepción sobre lo que está pasando en Santa Marta. 

La semana pasada, después de un poco más de dos años, volví a mi tierra e hice una visita relámpago a Santa Marta. Fueron cuatro dias muy intensos visitando amigos, familia y, sobretodo, observando la ciudad y escuchando a su gente. En una palabra podría resumir el sentimiento que me embarga luego de la corta estadía: ¡Optimismo! 

Hay que ser ciego o querer ser ciego para no darse cuenta que en Santa Marta algo bueno está pasando. Lo noté en la actitud de los samarios de todos los niveles: Carlos Vives nos propone ir Tras La Perla de la América; los empresarios se aglutinan por una Santa Marta Vital; desde la administración distrital se empeñan para que Santa Marta siga cambiando; y la gente de a pié, con la que tuve oportunidad de conversar, vé cambios y siente que vendrán muchos más. Y yo, como el desprevenido transeunte que ahora soy en mi ciudad, noté ese positivismo –casi- generalizado.   

Falta mucho por hacer, muchísimo diria yo. Pero después de decenas de años de letargo parece que la ciudad y sus gentes empezaran a despertar. Además de la actitud de cambio, se notan algunas mejoras físicas que me permito comentar a continuación: 

Iluminación y renovación de las avenidas, con cruces innecesarios cerrados por separadores robustos y adornados con materas multicolores, dándole así mayor flujo al tráfico vehicular y ambiente tropical a la ciudad. Se necesita, eso sí, sembrar lo que falta por sembrar en las materas aún vacías, e identificar y castigar a aquellos que quieren convertir los separadores en basureros públicos. ¡Mano dura con ellos! 

De otro lado, mediante un programa de cooperación entre la comunidad y la administración distrital se han pavimentado calles de barrios populares. Esto mejora la calidad de vida de la gente y genera sentimientos de cambio, positivismo y –sobre todo - sentido de pertenencia. Solo sugiriría que esas obras, en lugar de ser en pavimento o asfalto, se hicieran con adoquines de excelente calidad. El adoquín, además de ser más económico, rápido en su instalación y desmonte (pensando en instalación posterior de redes, reparaciones, etc.), también permite la filtración del agua de lluvia, indispensable para la recarga de nuestro acuífero. 

También se nota una mejoría en la recuperación de la malla vial, especialmente de las avenidas. Sin embargo, aún existen huecos o baches que conozco desde mi época de infancia y que ya casi estaríamos a punto de declararlos como patrimonios culturales e históricos de la ciudad. Además, siendo las avenidas el salón de recibo de nuestros visitantes, sería prudente, una vez terminadas las obras de los separadores y de iluminación, seguir con la recuperación de andenes, señalización y amoblamiento urbano a lo largo de estas arterias. A propósito del amoblamiento urbano, circula por Facebook una interesante propuesta para el embellecimiento de paraderos de buses con la siembra y cuidado de trinitarias. ¡Definitivamente la gente quiere ver cambios! 

Durante el último día de mi estadía quedé gratamente sorprendido al visitar el parque de la Ciudadela 29 de julio. Es un buen ejemplo de lo que representan los espacios públicos para la recreación y esparcimiento:  Más gente hace deporte mejorando así su calidad de vida y -quizás lo más importante- se genera sentido de pertenencia en los vecinos, quienes están dispuestos a defenderlo y cuidarlo. 

Obviamente no puedo pasar por alto las obras de ampliación de los puentes de la carrera 19, de la quinta y de la carrera cuarta, así como la prolongación de la Avenida del Río. Nadie puede negar la necesidad urgente que teníamos de estas obras.  

Algo más llamó mi atención en esos dias de visita. Algo que algunos llamarían detalles pendejos o maquillaje, pero que yo considero necesarios para subir el ánimo de la gente, para despertar las ganas de echar pa’lante y hacernos sentir que estamos caminando por un nuevo camino: Se le ha metido pintura y color al cemento. Se nota, entre otros, en los escenarios deportivos, en las casitas arriba del cerro en San Pablo y en los andenes de las nuevas intersecciones viales. Detalles pendejos que hace mucho no teníamos con Santa Marta, la que tanto decimos amar. Al respecto de esos andenes de las nuevas intersecciones de la 19, la 5ª y la 4ª con avenida del Río, ojalá las autoridades y la ciudadanía estén atentas y no permitan que vendedores ambulantes de fritangas y demás, las invadan y se nos “corra” el maquillaje.  

Por último, visité el nuevo Mercado Público. Lo caminé de arriba a abajo. Tomé fotos, compré guayabas y hablé con los vendedores de pescado, de verduras y frutas, de quesos y de carnes. Ese mercado hay que vivirlo, es nuestro y debemos cuidarlo para que más nunca nos lo vuelvan a quitar. El optimismo y la sonrisa sincera de esa gente trabajadora y honesta, a pesar de que los negocios aún no marchan como se espera, validaron definitivamente mi percepción sobre lo que está pasando en Santa Marta. 

A los que crean que exagero con este relato les pido que abran los ojos. Como decimos en Santa Marta “¡la madre, hey, no exagero!”. Solo miro con optimismo el futuro de la ciudad. No tenemos otra opción. En 9 años cumpliremos 500 años de historia y para celebrarlo tenemos que prepararnos. Arreglemos la casa entre todos, pongámonos la camiseta, cambiemos nuestra actitud, seamos positivos y proactivos. Sin importar preferencias políticas, color, tamaño de billetera, o de dónde vengamos o donde estemos.  Entendamos que si a Santa Marta le va bien, a todos los samarios nos irá bien. Hay muchísimo por hacer y solo nos quedan dos opciones: La primera consiste en cruzarnos de brazos, seguir quejándonos y esperar a que otros –ojalá algún día- resuelvan nuestros problemas, a sabiendas de que viviremos amargados y tristes por mucho tiempo. La segunda opción, quizás la más difícil porque nos exige pensar, actuar, crear, y dedicar tiempo y energía; consiste en salir cada día a la calle con actitud positiva, dando ejemplo de buen ciudadano y preguntándonos siempre ¿qué más puedo hacer hoy por Santa Marta? Esta opción, en la que todos participamos activamente en la construcción de una nueva ciudad nos brindará satisfacción y orgullo; y solo así garantizaremos que Santa Marta sea una ciudad sostenible y vivible para todos.   

Carlos Flores  

twitter: @carlosfloresurb  

Más propuestas positivas sobre Santa Marta en el grupo de Facebook “¿Qué hice hoy por Santa Marta?” 

e-mail: [email protected]

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