Ustedes dirán que qué vaina, pero yo a la resignación con el tema ambiental en Santa Marta le puse fecha: el 2 de octubre de 2012 cuando en YouTube apareció un video que se volvió viral en las redes sociales samarias: ¡El de los periquitos! ¿Se acuerdan?
En esa ocasión, a un concejal de Santa Marta (el concejal de los periquitos, le digo yo al que otros conocen como Chema Mozo) se le dio por que no se aguantaba el trinar de cientos de periquitos que volaban en los árboles del conjunto residencial donde vivía. Entonces, aprovechó su poder como presidente de la Asamblea de copropietarios, y que además era amigo del director del Dadma de ese entonces, para conseguir un permiso y talar, así sin más, 9 árboles adonde los pajaritos llegaban a dormitar.
A este honorable político, por ejemplo, le pusieron esta condición –ojo a esto– ¡Reponga 30 árboles frutales en el lapso de un mes después de la tala! Ya han pasado casi 2 años y medio, y de los 30 árboles el concejal solo sembró 6. ¿Dónde están los 24?
Este, creo yo, es el gran problema que tenemos: Una autoridad ambiental que pareciera, más bien, que su objetivo fuera otorgar permisos que vayan en detrimento del medioambiente y, de paso, parece que pensaran que hacen un mejor trabajo si no le hacen control y seguimiento de los procesos de compensación de los arboricidios que ellos mismos aprueban.
Para la muestra, qué mejor botón que lo que está pasando en la avenida del Río… La concesión de alumbrado público –en cumplimiento del millonario contrato que le entregó la Alcaldía- pidió permiso para talar todos los árboles que hay en esta importante vía de la ciudad para darle paso a las nuevas luminarias con las que el alcalde Carlos Caicedo se piensa jactar un día –si es que lo logra- diciendo que por fin hizo algo por la ciudad; como si árboles y acera no pudieran convivir.
A menos que yo –y los 3 gatos que lean este documento– entendamos mal, lo que la resolución del Dadma dice es que hay más de 400 árboles que están en buen estado (solamente están muy frondosos), por lo que otorgan permiso únicamente para podar el árbol, mientras que solo 20 árboles que se encuentran enfermos sí pueden ser talados. ¿Por qué el Dadma no sale entonces a detener este arboricidio?¿A quién le pedimos ayuda? ¡Pilas que ya el Chapulín no existe! (lean la resolución completa aquí).
En todo caso, el daño ya se hizo y, según el Dadma, esta gente tiene un tiempo prudente para reponer más de 2 mil árboles como compensación… ¡Qué más da! Así repongan 5 el Dadma ni por enterado se dará. ¡Debería darles pena!
Hablando de árboles, el de caucho que ya está casi en el piso, debieron trasladarlo al Polideportivo a mediados de febrero. De esto esta paquidermia es la que les hablo. ¿Por qué ninguna autoridad lo ha puyado?
Lo único que falta es que Caicedo diga que, después de 3 años de inoperancia, por fin pudo dejarle algo a los samarios: ¡400 cactus!
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