Otro aniversario del asesinato con tintes satánicos ocurrido en Santa Marta

En un día como hoy pero de 2005, en la ciudad dos veces santa,  Rafael Eduardo de entonces 18 años, le Hizo a Hector Fabio de 15, lo que Caín a Abel, bueno, más o menos. 

El joven asesinó a su hermano como parte de un sacrificio satánico. Héctor murió desangrado producto de múltiples laceraciones ocasionadas con arma blanca. Su cuerpo fue desechado en un lote abandonado.

Seguimiento.co desempolva nuevamente, el caso de los hermanos Henríquez Cabana sucedido un 28 de agosto de 2005. La relevancia de este evento está en que marcó un precedente legal que enfrentó argumentos de defensores y la parte acusatoria, quienes encontraron el punto de choque en la separación del Estado y las creencias religiosas. 

Además, este suceso sigue planteando más allá de la discusión legal, hasta dónde lleva la determinación libre de las personas cuando rinden culto al bien y/o al mal. 

El caso inició con el hallazgo del cadáver del menor de edad, Hector Fabio, en la carrera 16E con calle 17, el 29 de agosto de 2005. Cerca de esta dirección se encuentra hoy el Parque Deportivo Bolicariano y la emblemática Estatua del Pibe.

Entre la muchedumbre curiosa y las autoridades que rodeaban el cuerpo sin vida, se encontraba un Rafael impávido y su abuelo José de Jesús Ariza Arévalo, quien rompió en llanto, se volteó, sacudió al hermano vivo y le espetó: 'por qué me hiciste eso’. El testimonio de este encuentro hizo parte, como otros elementos de este artículo, del material investigado por la Fiscalía y presentado a un juez de segunda instancia.

Los abuelos y contados tíos, fueron toda la familia que tuvieron en gran parte de su vida los hermanos Henríquez Cabana. Su crianza fue construida sobre bases religiosas marcadas, puesto que la abuela de ellos, Berthilda Arias Ortega, hacía parte de un grupo de cristianismo evangélico denominado Nacer de Nuevo. Sin embargo, ese estilo de vida y esas normas, no sedujeron por mucho tiempo a Rafael, el hermano que incursionó en el satanismo desde los 12 años de edad, tiempo en que cursaba bachillerato en el Hugo J. Bermúdez.  

Rafael abandonó la iglesia de Dios y se pasó a la del Diablo, dimitió durante un tiempo, o eso hizo creer a sus criadores. Pero, su conducta hacia su hermano menor y el final que tuvo su relación, determinaron algo distinto. Héctor Fabio Henríquez Cabana murió como víctima de un sacrificio cometido por un culto secreto consagrado al satanismo.

El hermano mayor fue llamado a testificar. Sus historias cambiaron a medida que la investigación avanzaba. Mientras que el cuerpo de Hector se pudría, Rafael ya había contado tres versiones distintas de lo sucedido, pero todas con un punto en común, su hermano menor, era la 'prenda de garantía' para demostrar que sería leal al culto satánico al que decía pertenecer la ‘Hermandad Andretti Generación 2005’. 

En ese drama familiar inundado por el paganismo y la religión, involucró al caso a otras personas que fueron claves para darle un desenlace y conseguir justicia para la víctima. 

Sindry Patricia Rodríguez Escobar, de entonces 16 años, dio su testimonio como ex novia de Rafael, acusado por el delito de asesinato. Narró que ellos mantuvieron su relación amorosa como condición para que su novio permaneciera en una secta. Su noviazgo terminó y ella se lo comentó a una persona en común. Ignoraba que acababa de cometer un error, porque ahora Rafael tendría que ofrecer a un ser querido para continuar en aquel grupo adorador de Satán.

Otra persona que rindió testimonió fue Gustavo Adolfo Redondo Suárez. El adolescente que ya había hecho parte de una secta en Bogotá, sabía que Rafael estaba en busca de hacer parte de la hermandad Andretti. Lo que ignoraba era hasta dónde llegaría el rito del que negó hacer parte. Admitió que ayudó a capturar a Hector mediante engaños y que sabía que a media noche se practicaría algún tipo de ritual.

Las versiones de Rafael sobre lo sucedido fueron una en la cual no sabía nada de lo ocurrido y buscaba a su hermano con desesperación. Otra en la que el principal responsable era Alfonso Antonio Salas Correa, un satánico, distinguido por su orientación sexual y por haberle encontrado, durante allanamiento, literatura satánica. Y la última versión, en la cual Rafael estuvo presente en el sacrificio, sin poder hacer nada, mientras observaba como el líder de la hermandad, Cristopher Andretti y otros,  participaron en la tortura física, el apuñalamiento múltiple y el acto de beber la sangre que manaba la víctima de un cáliz, mientras esta fallecía.

En un principio se creía que aquel bizarro escenario había sucedido a la media noche del 29 de agosto, en las playas Los Cocos y que luego, el cuerpo fue dejado en un lote abandonado cerca al Parque Deportivo Bolivariano. Pero, esa hipótesis fue desechada por el juez, así como otros argumentos con los que se había armado la Fiscalía. Se determinó que el lote fue el escenario en que se llevó a cabo el crimen.

Los lugares del cuerpo en que fue apuñalado Hector, reflejaban una precisión y un conocimiento que solo podría tener un médico. Hubo un ginecólogo implicado en este caso, el presunto líder de la hermandad, que fue absuelto por falta de pruebas en su contra, Marlon Martínez Hurtado o Cristopher Andretti. 

El juez de segunda instancia, que aceleró la resolución de este caso, determinó que de cualquier punto del cuerpo puede emanar sangre y que atribuir aquellos lugares como solo de conocimiento médico, no era suficiente para relacionar a Martínez en el caso por homicidio satánico. 

El juez también desestimó el hallazgo de literatura con títulos que hacía alusiones diabólicas, puesto que no necesariamente eran utilizados en la práctica del satanismo. Y como este material no fue encontrado en posesión de otros involucrados, como el médico ginecólogo, entonces, estos no demostraba afinidades con tales creencias.

Los títulos fueron: Los versos satánicos de Salman Rushdie, La semilla del diablo de Ira Levin y La lucha contra el demonio de Stefan Zweig.

Finalmente, Rafael Eduardo Henríquez Cabana se acogió a sentencia anticipada el 11 de enero de 2006, por lo cual no se desarrolló un juicio. Se retractó de todas las versiones que compartió, hasta de las que había dicho por encontrarse coercionado, y admitió culpabilidad. El joven a sus 19 años de edad fue sentenciado a 19 años de prisión.

Fue el único señalado como responsable del asesinato de su hermano Hector Fabio Henríquez Cabana de 15 años de edad.