Bases para la comprensión del conflicto en la Sierra Nevada de Santa Marta: guerrillas, su relación con el territorio y las disidencias

Muy poco nos hemos referidos a las guerrillas en el departamento del Magdalena. De hecho, los grandes aportes, sobre estos temas, los hicieron estudios académicos desde el interior del país. El Caribe está haciendo aportes importantes desde la Universidad del Norte, a través del profesor Trejos y Sarmiento Erazo; sin embargo, desde lo local (Magdalena, La Guajira y Cesar) existe una deficiencia enorme en contribución de espacios y escritos académicos desde sus universidades. De hecho, no hay ni siquiera cátedras especializadas en movimientos totalitarios tipo paramilitar o guerrilleros: pese a que estos hacen parte de la historia reciente y del presente y sus iniciativas siguen vigentes y vivas. En esto la Universidad del Magdalena; de La Guajira y del Cesar tienen una deuda histórica y un desbalanceado nivel de formación debido a que nos hace falta entender y comprender los fenómenos locales. La violencia (guerrillera y paramilitar) fue tan radical que el 95 % de las familias, de estos departamentos, de alguna manera, sintieron y vivieron sus efectos.
Las guerrillas llegaron al departamento del Magdalena a finales de los años 70. De hecho, una de las grandes teorías que debatimos es la creación o el nacimiento del Frente 19 de las Farc-EP., en Minca y a partir de allí llegar a copar un vasto territorio que incluía las montañas de los departamentos vecinos y su presencia efectiva (hombres-armas) en municipios como: Ciénaga, Aracataca, Fundación y el distrito de Santa Marta. Las guerrillas se tomaron la Troncal de Oriente, hasta el Cesar y a partir del 2004 y el 2005, lo que denominaron el hormiguero. El Piedemonte y la zona selvática del territorio de Giraldo, desde el río Don Diego hasta el río Jerez.
Hasta febrero de 1991, al mando de Lascario Manes, un afro barranquillero, con el alias de Domingo y quien estuvo al mando del EPL., se ubicó con unos 50 hombres en el Campamento Túnel (entre Fundación y Aracataca). Desde allí incluso se potencializó la desmovilización de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar; exceptuando al ELN y las Farc-EP., quienes no participaron de este proceso de negociación.
El 6 de Diciembre del ELN., que operaba especialmente en Chimila, se pasó al río Ariguaní y Aguas Blancas. Desde allí se fortalecieron los frentes Francisco Javier Castaño, el Domingo Barrios y la compañía Héroes de las Bananeras, que fue desmontada. Estos grupos hacían parte del Frente de Guerra Norte, al mando de alias Nicolás. Como dato, alias Nicolás hizo parte de la Comisión de Diálogos en Ecuador. El ELN., que se instaló, principalmente sobre: Santa Clara, el 50, Sacramento, las Mercedes y los Kioskos y, en menor proporción, sobre: Siberia, San Pedro, San Javier y Palmor, llegó a tener aproximadamente 200 hombres armas. Sin contar con las milicias que eran un número igual. Esto quiere decir que el ELN., en esta parte de la Sierra Nevada de Santa Marta, pudo llegar a tener más de 400 guerrilleros que se movían con toda facilidad y que empezaron a salir unos años antes de la operación San Jorge, en el modelo de gobierno de Álvaro Uribe (2002).
La fortaleza del Frente 19 de las Farc-EP., estaba en el número de sus integrantes y el dominio territorial: llegó a tener 400 hombres armas y más de 350 milicianos (urbanos y rurales) y se extendió desde Siberia hasta el 50, pasando por los ríos: Córdoba y Ariguaní hasta la zona de páramo. En menor participación estuvieron el frente 59, al mando de Leonardo Muñoz y el 41 al mando de Aldemar. El Magdalena fue tan importante para el 19 Frente, que resguardó la Unidad de Bloques, en río Frío (Fundación). La Unidad, era quien coordinaba todos los frentes del Bloque Caribe, luego su grado de importancia era altísimo.
La menoría histórica de los movimientos guerrilleros, es un capítulo que no se ha escrito; así como tampoco su presencia efectiva en el territorio y las decisiones y operaciones que en esas regiones se sostuvieron. Allí hay un peso violento por definir y en efecto, hay mucha tela que cortar. La guerra cobija a todos y su naturaleza se extiende a daños irreparables. Alias Chalo, es una de las personas que ha salido, por estos días al escenario por su rearme y la posibilidad de sumar filas disidentes al departamento del Magdalena. Sobre este particular haré la siguiente reflexión.
Estuvo más o menos en la séptima línea de mando. Por encima de él, Solís Almeida y Ciro, de Ciro, poco se habla; sin embargo, fue la mente que estuvo detrás, por ejemplo de acciones militares importantes como la toma a los puestos de policía de Sevilla y de San Pedro de la Sierra y en mayor proporción: la estrategia para ingresar a los campamentos de Hernán Giraldo. Ciro, fue capturado en La Guajira y luego de recuperar la libertad, murió en un bombardeo en el Sur de Bolívar. Le seguían, Roldan, Felipe y Guillermo y luego aparecía Chalo, quien es hermano de sangre, del segundo comandante de Hernán Giraldo. Las paradojas de la guerra: uno en la guerrilla y el otro en los para y en el mismo territorio.
Alias Chalo fue campeón de tejo. Varios de los trofeos de esos campeonatos se los llevó él; campeonatos que hacían en las diferentes partes de la Sierra Nevada. Es muy jocoso y por eso lo recuerdan; no como un gran estratega militar, aunque comando una móvil y se movía con destreza por la Sierra Nevada de Santa Marta. Las noticias de su rearme han generado cierto malestar e inquietud porque el departamento del Magdalena no está blindado.
En efecto han surgido una serie de llamadas a exmilicianos y esto puede tener un componente negativo en virtud de la presencia del paramilitarismos en los territorios. Así como también una carga más negativa a los olvidados territorios PDET., en los cuales no se ha invertido un peso y que hacen parte de las zonas donde históricamente y durante muchísimos años se movió la guerrilla. No hay inversión social, ni en carreteras, infraestructura, ni salud, ni educación. Siguen siendo los territorios de la desidia. También algunas llamadas extorsivas, pero esto está más ligado a la delincuencia común.
La pregunta que se deben hacer las autoridades es a la inversa: ¿qué hicieron para garantizar la estabilidad de estos territorios? Porque se siguen validando las tesis de enfrentarlos con el paramilitarismo, como si todos estos años de sufrimientos y de víctimas, viudas y desaparecidos, no hubiera servido para nada. Para ser justo, en el 2006, uno de los mayores campamentos que tenía el bloque Norte estaba en San Salvador, allí concentraron a muchos de los que iban a desmovilizar y la orden que recibió el frente 19, que estaba arriba de ellos, fue no atacar para respetar y resguardar el Proceso de Paz.
Si realmente se quiere blindar un territorio lo que hay que hacer es inversión social, garantizar educación, salud, vías; traer al Estado y fomentar una estrategia basada en recuperar la confianza; esa que se perdió cuando el Ejército Nacional entró con los Paras para sacar a las guerrillas y cuando los estamentos de inteligencia torturaban a los campesinos por venir de una zona guerrillera. En estos momentos no hay disidencia, ni hay guerrillas; decir lo contrario es falso. Qué pueden llegar a estar, sí: estas zonas están en las mismas condiciones de cuando sacaron a las guerrillas y metieron a los paras. Amparadas por el miedo y la zozobra. Desprotegidas en su máxima expresión.
Entonces, surge el dilema de lo conveniente y del ocultamiento de la información y de lo políticamente correcto: hablemos despacio para que nadie se entere y empezar a pagar para desmentir. Esto es perverso porque los territorios tienen realidades que afloran a cada momento. Que las disidencias de las Farc-EP., pueden llegar al departamento del Magdalena, pueden: no hay nada que lo evite, así como ya están los paramilitares y nadie lo evitó.
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