Deslegitimando al legitimado

No hay que negar que una de las pasiones que ha caracterizado al presidente Juan Manuel Santos durante estos 6 años de gobierno, es su talante de convertir la mentira en una gran verdad. Y así lo demostró cuando intentó persuadir al país de que el arribo de los miembros de las Farc la semana pasada a Bogotá no eran para los propósitos de firmar el acuerdo, sino para continuar con la impetuosa forma laboriosa de demostrar que la desmovilización no es un hecho, pero la reincorporación sí, porque los que se van a reincorporar son perseguidos políticos y victimas del estado, y no criminales que han masacrado y secuestrado a familias colombianas. Bello el juego de palabras para estos asesinos. 

Llegado el día 24 de noviembre en el Teatro Colón, se firmó con austero discurso entre comandantes y empachado puñado de ladinos entre selfies y voces de coros el fin del oso vergonzoso del pasado 26 de septiembre en Cartagena, corroborándose en el desenmascaro y la desfachatez, que lo señalado por el presidente si era para firmar el acuerdo y no para las maquinaciones ocultas propias de su personalidad, a lo cual se le sigue considerando un estadista de la elocuente mitomanía con su gallada de mermelados que repiten a estómago lleno y puntualitos la cartilla de nacho santos. 

Sin embargo, ya firmado el acuerdo y hecho el daño, y sometido a refrendación legislativa -después de haberse fracasado en el plebiscito- como único camino político y no jurídico del gobierno, define lo que en muchos lustros se ha sostenido que Colombia sigue siendo una democracia fallida con un estado fallido. 

Y es una democracia fallida porque las decisiones se han tomado ya no en abstracción y desinformación como muchos han pretendido –y pretendieron- hacerlo en décadas anteriores y presentes, con sosegados tintes de analfabetismo del supuesto desentender de la escritura y la lectura, y pese aun de estar alfabetizados con adelantos tecnológicos, se persiste entre abstención e información con respecto al fracaso omnímodo de una sociedad que se niega a aceptar con plena aceptación su realidad chocante entre lo que sabe que pasa y no dice nada y en lo que puede cambiar y no lo ha querido, y entre lo que cree que no puede cambiarlo porque así se lo han hecho creer, pero es consciente que si lo puede cambiar independiente del destino impuesto por los que han hecho de este sistema la mayor vugaridad de principios. 

En consecuencia, resulta para colmo de males democráticos, que el legitimado es intrascendente frente al deslegitimado, porque es el segundo que sustituye la atribución y la competencia originaria del primero, concretamente en lo que pasó el 2 de octubre, cuando la mayoría no aceptó el acuerdo entre las Farc y el gobierno, pero aclarando que una cosa era lo suscrito y otra muy distinta frente a los anhelos de paz, lo cual, no se desconoce que fue lo correcto legalmente y constitucionalmente someter a consideración de los negociadores de La Habana las propuestas del NO, pero fue incorrecto e inconstitucionalmente rehacer lo que ya estaba hecho sin publicitarlo en términos colosales por la carreras de la fiesta del nobel y obviar la refrendación popular como mecanismo legitimado al acuerdo y desplazar ese contenido como decisión endosataria única al congreso y deslegitimando a quien deslegitimó siendo legitimo, lo que estaba políticamente erróneo y jurídicamente invalido tanto para el congreso como para el presidente. 

No podemos negar que mal hecho hizo el gobierno junto con el Congreso en sustituir la voluntad popular y la constitución, al verificar equivocadamente que como el pueblo dijo NO, entonces ellos dicen SI, olvidando que el estado como lo señaló H. Grocio, es la asociación perfecta de hombres libres, unidos para gozar de sus derechos y para la utilidad común. Es la asociación política soberana que dispone de un territorio propio, con una organización específica y un supremo poder facultado para crear el derecho positivo. Esa tal facultad no existe para ellos y menos esa organización política existe para la nación.   

En lo anterior, se observa el estado fallido impuesto, ese que desconoce la jurisdicción, la delegación limitada que asumen esos y no el pueblo en su voluntad general y especial, y que no puede ser sustituida y violentada en las formas criminales disimuladas como lo han hecho esos, disfrazando una dictadura absolutista con un supuesto régimen de libertades y derechos que no es propio de esta república y que está ensimismada en las migajas presupuestales y contractuales que obligan a callar y a desaparecer cualquier vestigio de expresión manifiesta y libre de apegos fisiológicos. Prueba de ello reficar, isagen, la infiltración de las campañas presidenciales, la inclusión de las pensiones en la bolsa con su pérdida de valor adquisitivo, la reforma tributaria y todos los fracasos institucionales de este gobierno y que muchos han callado porque están aceitados y con la obligación de permanecer con la boca callada y con los editoriales engabetados.

Se sabe con impotencia de ser y no física, que los mecanismos de participación ciudadana fracasaron, y que son solo una decoración ficticia escrita de aquellos que participaron en la constituyente del 91 y que hoy hacen parte de esa estructura que quiere desconocerle a la sociedad su disposición soberana de concluir la disparidad política generada entre el que se fue y el que se impuso con desafiante deshonestidad y con relación a los que difícilmente se ganan la confianza por ser embaucadores y seductores del terrorismo. 

No hay marcha atrás, resta solo demandar el acuerdo ante la Corte Constitucional, la Corte Penal Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para salvaguardar la prerrogativa de la mayoría, así sea exigua y desconocida como lo han hecho los que creyendo llamarse demócratas y respetuosos de la legalidad, llaman de terroristas y aduladores de la guerra a los que venciendo con la verdad o con la mentira alcanzaron más de los que teniendo ventaja no lo consiguieron con igual verdad y mentira. 

La paz se disfraza de terrorismo y camuflado de guerrillero viejo. Estan saliendo todos de los cuarteles de invierno. 

@JorgePerezSolan