El viernes pasado, algunos curiosos que caminaban por la vía del Ziruma, que lleva hacia la zona turística del Rodadero, sacaron sus celulares y se abalanzaron en defensa de una mujer que salía de una camioneta cubriéndose el rostro bañado en sangre.
En el interior del carro, en el puesto del copiloto, permanecía un hombre que se incrustó en la silla y evitó como pudo el lente de los curiosos.
La preocupación del hombre (opino yo) radicaba en que era nada más ni nada menos que uno de los tres magistrados penales que ejercen su función en el Tribunal del Magdalena: el ‘dizque doctor’ José Alberto Dietes Luna. (léete el artículo de Segruimiento.co aquí)
La mujer ensangrentada –también una dispensadora de la Justicia- es la juez promiscua del municipio de Pivijay, Nidia Milena Sarmiento.
El lío jurídico al magistrado al parecer solo le llegó apenas hasta la instancia de la Policía. Estando en la estación, los togados firmaron una conciliación, mientras que la mujer se negó a interponer una acusación formal, argumentando que ella resolvería el altercado “personalmente con el hombre”.
Según dijo el mismo comandante encargado de la Policía de Santa Marta, coronel Diego Vásquez, ella “informó que eran pareja sentimental desde hace varios años”.
A estas alturas del blog, los 4 gatos que me leen se preguntarán: ¿Ajá y pa’ qué echas ese cuento si se nota que la misma jueza renunció a querer joder a su pareja?
Y entones yo les respondo: ¡Este no es un caso cualquiera!
A la Policía, por ejemplo, le pareció bien dejar las cosas así cual posición machista de que ‘en pelea de Marido y mujer nadie se debe meter’. Aun cuando ellos no son esposos, la mujer sí reconoció una relación de pareja, por lo que me pregunto: ¿y entonces la Ley 1542 de 2012 en dónde queda?
Pa’l que no lo sepa –y dudo mucho que el magistrado penal ignore la norma- la Ley contempla que “en todos los casos en que se tenga conocimiento de la comisión de conductas relacionadas con presuntos delitos de violencia contra la mujer, las autoridades judiciales investigarán de oficio”.
En este caso, extrañamente, no he visto al Fiscal del Magdalena indignado citar rueda de prensa alguna para informar que investigarán a fondo el caso de la mujer golpeada hasta sangrar. ¡Es que ni siquiera he visto a organizaciones que defienden los derechos de la mujer decir mu sobre el tema! Dudo mucho entonces que tan siquiera el Consejo Superior de la Judicatura le dedique un folio para iniciar alguna investigación frente a la brutal, evidente y confesa actuación.
¡Yo me niego a ser de los que no levantan la voz en estos casos! Y por eso aporto con lo que puedo: lanzándole un ‘coñazo’ moral a este magistrado, así sea para que cuando algún día se le ocurra entrar a Google y busque su nombre, los resultados de búsqueda le recuerden este reprochable episodio, que jamás debería repetirse.
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