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10 de Mayo de 2018

¿Hacia dónde mira la prensa tradicional colombiana?

A menos de 20 días para las elecciones presidenciales de 2018, los colombianos están cada vez más polarizados por cuenta de campañas electorales que socavan las emociones más viscerales y dañinas, y que encrudecen aún más las tensiones que el país ha mantenido a lo largo de la última década. Sería inconcebible reconocer la gran cuota de responsabilidad que tienen algunos de los máximos representantes de derecha e izquierda, encargados de fracturar a la sociedad y poner a unos con otros en un tablero de ajedrez, una batalla campal en la que se mira al opuesto, al que piensa distinto, como un acérrimo enemigo, siendo incapaces de encontrar y reconocer las virtudes que debería ofrecer el disenso en una democracia, esta última manoseada, mancillada, vapuleada por quienes osan como garantes y defensores de la misma.

Sin embargo, este artículo no va dirigido a esos políticos, o más bien no pretende hacerles reflexionar sobre el daño que le produce a la nación el desparpajo y la bajeza de los ataques que usan a diario hacia sus contrincantes. A fin de cuentas, la práctica política en este hemisferio enfrenta una gran crisis por cuenta de ello y Colombia no es la excepción. Este es un llamado a la labor de los medios de comunicación social en el país.

Los grandes conglomerados que interpretan, producen y comercian información son los actores decisivos en un Estado de derecho a la hora de tomar decisiones políticas. Es precisamente Colombia y Latinoamérica una de las regiones en el mundo que más insatisfacción siente hacia los medios de comunicación, guardando una estrecha relación con la desconfianza que sienten los ciudadanos hacia las acciones de sus gobiernos (Ver informe del Pew Research Center en 2017) Si la población desconfía de sus políticos y del papel de los medios -otrora cancerberos del bienestar público- es necesario preguntarse hacia dónde mira la prensa colombiana y qué está haciendo por desmarcarse del rótulo de la parcialidad y de la conveniencia.

Caracol Radio, Caracol Televisión, W Radio, RCN Radio, RCN Televisión, La FM, Canal Uno, El Tiempo, El Espectador, Revista Semana, entre otras más empresas en diversas regiones dedicadas a la información, conducen la opinión pública no solo a través de su producción diaria de noticias, sino a través de espacios de análisis y opinión en los que los mismos periodistas actúan como analistas, con preguntas y comentarios cargados de ideología, que mal le hacen a los que esperan encontrar en los medios el espacio no solo para informarse sino para decidir en sus acciones económicas y principalmente políticas.

Jurgen Habermas, sociólogo alemán, abogó en sus múltiples obras académicas por la ‘Esfera Pública’ como espacio determinante en una sociedad democrática participativa, en la que los ciudadanos se reúnen, opinan y concluyen, pero sobre todo forman acciones políticas. Si estos espacios, que los vemos frecuentemente en los medios de comunicación y redes sociales, son moderados por periodistas revestidos de intereses especiales, ¿cuál será esa acción política determinante de esos ciudadanos que forman sus decisiones a partir de ahí? Probablemente –y como lo muestran los hechos- los ataques personales por pensar diferente, amenazas de muerte como la más reciente contra Iván Duque, obligando a reforzar millonarios esquemas de seguridad, y atentados frustrados contra la vida del exalcalde y hoy candidato Gustavo Petro. Esto sin mencionar las vidas que ha costado en el pasado la decisión de hacer política en Colombia.    

El llamado es a esos periodistas que moderan la esfera pública en sus múltiples dimensiones y que actúan como representantes de medios de comunicación social, a moderarse a sí mismos, a ser consecuentes con su labor imparcial y construir en vez de causar más estragos. ¿Qué puede esperar un ciudadano que sabe que el director de su emisora local está en contra de un candidato político y que constantemente muestra su desagrado con repetitivos ataques informativos? Este contrapeso sin regulación, sin moderación, no es sano para una democracia.

Apunte: El viernes pasado en Mega TV Miami, el escritor y conductor televisivo Jaime Bayly entrevistó al colombiano Luis Carlos Vélez, director de noticias de La FM, uno de los principales medios de comunicación de Colombia. Éste es el tipo de espacio que le hace daño a la opinión colombiana, en el que un conductor de un programa de entrevistas, genera violencia con el uso de la desinformación y el ataque personal. Para algunos resulta cómico, irreverente, pero para Colombia es tóxico, dañino y perjudicial, al confundir el periodismo con el activismo político.

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