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Lunes 27 de Marzo de 2017 - 5:00pm

La castración no es un tema de huevos

Generalmente se usa castrar como el acto de eliminar los genitales. Pero también se usa metafóricamente cuando arrancamos algo importante. Incluso, la segunda definición de castración según la Rae es: “Apocar a alguien o debilitar algo”. Lo curioso es que diariamente somos castrados y castramos a las generaciones que vienen.

Saciar los deseos personales y los de la sociedad a la vez es muy jodido. Los niños llenos de la energía de vida y ganas de experimentar todo se estrellan a cada instante con la imposibilidad de no poder hacer u obtener todo lo que desean. Tal vez por esa remembranza infantil es la continua creación imaginaria de seres extraordinarios que hacen, dicen y experimentan todo lo que nosotros no.

Cuando somos arrojados a este gran espacio, llamado mundo, nuestros congéneres marcan límites que cercenan nuestra realidad en razón al deseo de cuidarnos. La mayoría de los infantes son encerrados corrales o llevados de sitio seguro a sitio seguro para ser dejados en puntos donde tienen libertad limitada. Todo ello es por su seguridad y bienestar. Pero no dejan de ser pequeñas prisiones que nos muestran lo que será nuestra vida.

Después de cierto tiempo, ganar ciertas habilidades comunicativas, motoras y de pensamiento, somos llevados a prisiones más grandes. Allí somos adiestrados y nuestras acciones se afinan para hacer parte de algo que no comprendemos, pero los adultos llaman sociedad.

En este sitio nuestro intelecto es dominado y alistado para fortalecer algunas habilidades. Lenguaje, matemáticas, principios de ciencia y, en mayor o menor medida, trabajo en equipo. También y más allá del intelecto individual saber que no estamos solos y lidiar con eso. Potenciar ciertas destrezas implica, necesariamente, limitar o eliminar -en la mayoría de los casos- otras fortalezas del ser humano. Adicionalmente este proceso está mediado por elementos sociales (raza, clase, género, entre otros) que orientan nuestro desarrollo de una u otra manera.

Producto de este proceso muchos niños pierden habilidades que ellos mismos desconocen. Entre ellas, dominar con igual destreza ambas manos -porque sólo se escribe con la derechatan importante para músicos y escritores modernos o el interés por el dibujo como por los deportes –‘Usted viene a aprender no a jugar balón’-. Este compendio de reglas y ojos de control (con mirarlos ya me hacen caso…) generan unas barreras sicológicas en el sujeto. Estos límites llenan de inseguridades a las nuevas generaciones y restan fuerza a sus
decisiones futuras.

Así, los individuos crecen con una serie de inseguridades impuestas por el miedo de otros. Hay que entender que el mundo y nuestro desarrollo depende del cuidado que tengamos. Pero
una cosa es caminar con cuidado y otra encerrarse en casa para no salir. Los adultos enseñan a caminar y a encerrarse, siempre en diferentes proporciones. Todas ellas tan nefastas como
necesarias. Estos miedos conllevan a comportamientos de inseguridades con sí mismos (apariencia, forma de ser, etc); con su pareja (celos, baja autoestima, entre otras); con sus colegas (delirio de persecución laboral, egos profesionales y la necesidad de aplastar al otro con el conocimiento o la sumisión ante el jefe).

A un nivel familiar surgen otro tipo de prejuicios inculcados al sujeto con el mismo ahínco que el miedo a las alturas o a comer demasiados dulces. Las palabras son clavos que fijan ideas en la mente de la persona que no conoce nada más y usa esta información primaria para relacionarse con los otros. Mirar que le hayan dado bien las vueltas, pensando en que el tendero se aprovechará por la edad para timar; advertirle de las relaciones con sus parejas -esa vieja quiere tener un pelado y casarse o ese tipo quiere es comérsela y largarse-.

Ahora, la sociedad tiene sus propios medios de castración. En muchos casos es un proceso que afecta negativamente la comunidad. Aunque el inglés Thomas Malthus diría que es necesario para mantener un orden, las guerras y las decisiones políticas como administrativas afectan las nuevas generaciones. Mientras las primeras los sacrifican de maneras horrendas, las segundan les quitan posibilidades sumiendo al pueblo en la miseria y el hambre.

Según Malthus los conflictos bélicos mantienen a la población controlada impidiendo una sobre población y agotamiento de los recursos. Si no hay un control de natalidad, la guerra sólo adelanta lo que la naturaleza hará en algún momento. En cuanto a las temáticas administrativas son guiadas por personas con intereses particulares y con una singular atracción por el poder. Estas personas guiadas por el deseo de su éxito particular como la seguridad -en todos los sentidos- por los suyos, les importa poco los efectos colaterales. Esto no niega que puede ayudar a algunos o muchos en su camino al éxito.

Todos usamos o somos usados como producto de este mecanismo Estatal, con todo lo que conlleva. Se pueden ver cómo estos engranajes toman a cada persona como un piñón. Es un mar de idas y venidas de oficios, documentos, cartas oficiales, muchas horas tras los teclados y aún más en reuniones que quedan sin registro. Todo ello mantiene al sujeto para que no levante la cabeza y se olvide de sí mismo.

Pero no es todo tragedia ni horrorosas oficinas de iluminación artificial, aunque el sol brille afuera. Los seres humanos tenemos la maravillosa habilidad para destruir o moldear lo que creamos, en muchos casos más de destruir. Así mismo, considero que las personas tenemos la posibilidad de repensarnos, reconstruirnos y haciéndolo cada uno, la sociedad en general.

El tema es comenzar por uno mismo en el día a día. Liberarnos de nuestras taras mentales. Buscar a través de la lógica, la razón y los argumentos la forma de erradicar prejuicios que
afectan nuestra vida. Si no tomamos el rumbo de nuestras vidas, jamás tendremos el de nuestra sociedad.

Finalmente, la imaginación es otro escape de los seres humanos a la frustración de no poder cambiar determinada realidad. De hecho, las grandes creaciones, inventos y métodos de descubrimientos surgen por la intensión de cambiar de algún modo lo que nos ofrece el mundo tal y como viene. Por esta razón el avión, el internet y hasta el vino buscó modificar el transporte, la comunicación y la percepción humana. Esto sin hablar de Dios, dioses y otros demonios. Ahora, por qué no reinventarnos creativamente a nuestra voluntad.

Sergio Enrique Valenzuela Robayo

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