Balance del primer trimestre (2019) de la seguridad urbana y el crimen organizado en Santa Marta

Son dos conceptos diferentes que encuentran puntos de convergencia en las realidades socio-política,  económica y culturales de un territorio que se sostienen en el escenario violento y que facilita la transición y el dominio, lo que hace que la divergencia no sea muy clara entre los dos términos. La seguridad urbana se fundamenta, entre otras cosas, en la tranquilidad de salir por las calles, (Acero, 2019) y aunque las armas de fuego aumentan la letalidad de la violencia, para Lauta Tedesco, es más importante el crecimiento de las ciudades que es visto como un impulso al desarrollo pero también como un incremento de los bolsones de pobreza, marginalidad y desigualdad (Tedesco, 2009). Esto dispara la violencia urbana. El Crimen Organizado es el que racionaliza la violencia, la dosifica y la controla y evoluciona dentro de la ciudad en espacios que todavía pueden disfrutarse: genera la sensación de miedo y seguridad; reduce y aumenta los homicidios. Sostiene las dinámicas sociales, territoriales y económicas.

En el distrito de Santa Marta son dos realidades ligadas pero diferentes. El Crimen Organizado no subcontrata a pequeñas bandas para generar pánico o controvertir la Ley. Esto hace la diferencia con ciudades como Bogotá, Medellín o Cali. Provee eso sí, algunos espacios y los dota de ilegalidad: ollas, gasolina de contrabando y vigilancia comunitaria, con cierta autonomía. Por ejemplo, el análisis informativo, que hace el Observatorio de Seguridad del distrito habla de que ha identificado 37 estructuras delincuenciales (Observatorio de Seguridad Ciudadana, 2019) y aunque el informe, absolutamente pobre en contenido, no dice nada sobre la operatividad de estas estructuras, los que las han estudiado, saben que no son orgánicas al Crimen Organizado. Roban, atracan y venden vicio, son fáciles de desarticular y no están generando niveles altísimos de violencia, sí de percepción, que es un componente de medición y la razón: no son los Mara Salvatruchas, ni los Area Boys de Nigeria, ni Primeiro Comando da Capital, de Sao Paulo, ni la histórica Latin Kings de Chicago de los años 50. Son jóvenes que nacen de la pobreza y la indigencia  y crean círculos viciosos. Pero ellos no son los que matan, ni los que extorsionan: La gente sabe dónde está la delincuencia, la pregunta es: ¿Por qué las autoridades no lo saben? ¿Cuál es la eficacia de las alcaldías en el control de la seguridad?  Y esa información que la gente tiene hay que recogerla para convertirla en acción.

La información nos dice dónde están los principales problemas, que solo son una parte porque la violencia urbana, también la genera la miseria, la inequidad, el desempleo, la falta de agua, la intolerancia, la violencia doméstica, el ecosistema. Vivir en condiciones deplorables. Vaya a uno de los cerros de Santa Marta, donde la gente vive en casas de latas y vaya al medio día con IPhone a ver qué le pasa. La racionalidad diría: cultura ciudadana ¿Por qué se roban un celular? Porque hay alguien que lo compra, entonces ¿a quién hay que reprimir y a quién castigar?

En temas de seguridad urbana están perdidos y no tienen un horizonte claro y esto es desde la época de Caicedo. Han metido cámaras, censado motos, hecho resoluciones; se han congratulado de las capturas, pero no hay pedagogía a los cuadrantes ¿Qué olla me reportó? No hay evaluación, no hay medición, pero hay caravanas de seguridad para después pasar los números operativos que tanto les gusta. Solo hay represión y no hay inversión. En el colegio de Timayui una de las zonas con mayores problemas de Crimen Organizado, el colegio se quedó parado y es para 1400 alumnos. Lean la nota de Seguimiento: En marzo (2019) estaría listo el nuevo colegio de Timayui. Pasen por ahí.

Y en términos territoriales y frente al Crimen organizado… Si están perdidos con el tema de violencia urbana, con este están peor. Voy a citar un aparte del análisis del Observatorio:

Santa Marta, como otras ciudades principales del país tiene altos índices de delitos que se relacionan directamente con problemáticas sociales resultado de las actividades delictivas que se han establecido en la región. Históricamente el Distrito de Santa Marta, su zona rural y lo que respecta a la zona de frontera con el departamento de la Guajira han sufrido las consecuencias de la presencia constante de estructuras armadas ilegales que han establecido el orden social y un statu quo en el territorio (Observatorio de Seguridad Ciudadana, 2019).

Descubrieron, como dice el adagio popular, que el agua moja. De esto no se infiere nada. Absolutamente nada. Ni siquiera el análisis nos habla sobre los instrumentos y capacidades que tiene la criminalidad en el distrito. No hay, por lo menos, una descripción del fenómeno que se va a atacar, al menos en alguno de los cinco elementos que plantea, Julio Clavería citando a Finckenauer. Complejidad, estructura, estabilidad, autoidentificación y autoridad derivada de la mala reputación (c.f. Clavería, 2011).

Hablaré sobre las cifras que tanto les gusta. Muertes violentas. 2018 para ese trimestre tuvo, 24. Comparado con este mismo período, 30. Con una salvedad. El hallazgo de los restos óseos de una persona desaparecida en 2017. En algún año tienen que sumarlo y dudo mucho que sea para 2017 porque estaba reportado como desaparecido y lo encontraron muerto en este periodo. Estas son cifras copiladas y procesadas, cuya fuente es la Dirección de Investigación Criminal e Interpol de la Policía Nacional. Hay seis muertes violentas más o, cinco.

Ahora bien, para controvertir las cifras del Observatorio en su análisis iba a tomar la temporalidad que ellos están usando (enero-febrero) pero las tablas que presentan son ambiguas y no pueden leerse. Es un error hacer comparativos con ciudades cuya población es mayor y que tienen problemas diferentes de seguridad. En ninguna de ellas, han pasado 12 estructuras criminales entre el 2007 y el 2019. Luego, no me vengan con el cuento de la racionalidad y contextos similares.

Pero miremos entonces enero -febrero: hurto, 2018, (458). 2019 (480). Aquí solo hay aumento. Hurto a residencias, 2018, (98). 2019 (65); descenso. Lesiones personales, que es un medidor de la violencia urbana, para 2018 (241). 2019 (241): empate técnico. Las amenazas, por las que comparten una Alerta Temprana, la 026-18. Para 2018 (109) y para 2019 (199). Aquí cabría un requerimiento de la Procuraduría General de la Nación, pues persiste la omisión frente a un tema delicado. La extorsión bajó, claro que bajó, en cifras, pero el fenómeno aumentó.

Finalmente quiero llamar la atención sobre un tema: la poca importancia del distrito y del período Caicedo-Martínez, para afrontar el tema de la seguridad. Ha sido para ellos un tema menor, cuando debió ser una bandera por la alternatividad política, la convergencia y la postura progresista. Esto explica las múltiples salidas en falso, las improvisaciones y engavetar los Planes Integrales de Seguridad y Convivencia Ciudadana –PISCC-., porque los dos lo hicieron.

 

Bibliografía.

 

Acero, H. (26 de Marzo de 2019). Cátedra abierta de Bioética - Política de Seguridad Ciudadana. (U. d. Bosque, Entrevistador).

Alerta Temprana 026 - 18. Defensoría del Pueblo. Bogotá

Alerta Temprana 045-18. Defensoría del Pueblo. Bogotá

Clavería, J. R. (6 de Enero de 2011). El Crimen Organizado . Obtenido de https://www.galileo.edu/ies/files/2011/04/EL_CRIMEN_ORGANIZADO-IES.pdf

Cifras de la Dirección Criminal e Interpol de la Policía Nacional. 2018 -2019.

Observatorio de Seguridad Ciudadana. (2019). Análisis informativo. Condiciones de seguridad y convivencia ciudadana en el distrito de Santa Marta. Santa Marta : Alcaldía de Santa Marta.

Tedesco, L. (2009). Violencia urbana: Un desafío al fortalecimiento institucional. El caso de América Latina. Madrid España : Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior.