Con el 'agua' de este pozo tienen que sobrevivir los pobladores de un corregimiento en Pivijay

Los pobladores del corregimiento de Las Piedras, en el municipio de Pivijay, en Magdalena, jamás creyeron que podría haber algo peor que el desplazamiento forzado al que se vieron sometidos con la presencia de grupos paramilitares años atrás. Por eso no dan crédito a lo que viven ahora que están retornando a sus tierras. 

Esta pequeña población, de menos de diez manzanas de vías empolvadas tiene que sufrir ahora por la inclemencia del Fenómeno del Niño y el abandono de la administración municipal, la cual a la fecha no ofrece una solución inmediata a sus necesidades. El pozo que solía abastecer a la población está prácticamente seco, por lo que se ven nuevamente expuestos a una grave amenaza que los obligaría a un nuevo despojo aunque, esta vez, por la física sed.  

Desde enero de este año, cuando la nueva administración tomó las riendas de Pivijay, los pobladores clamaron al alcalde Eduardo Enrique Villa  por ayuda para que el pozo donde está el preciado líquido sea cavado, una ayuda que hasta el momento no llega. 

Sumado a la poca agua existente, los habitantes de este corregimiento tienen que afrontar un riesgo adicional: la presencia de enfermedades diarreicas por la mala calidad de la poca agua que se asoma a la superficie. 

Lo más irónico de la situación es que este corregimiento fue priorizado por la Unidad de Víctimas como un plan piloto para el rotorno, luego de que se hubiese perpetrado el desplazamiento de mano de los militares entre los años 1999 y 2002, cuando cerca de 40 familias tuvieron que huir de sus terrenos. 

La situación es tan grave que incluso los animales se disputan con las personas el uso de la poca agua, e incluso -según denuncia de pobladores- esta misma agua se usa para la preparación de alimentos para los estudiantes.