Santa Marta es el plan
En una mesa de la Marina Internacional un par de turistas españoles conversaban sobre la ciudad mientras admiraban el crepúsculo. Uno de ellos estaba notablemente contrariado, se declaraba aburrido de tanta playa y tanto sol.
–Pero si Santa Marta es más que eso, tío, vamos –ripostó su compañero de mesa.
Los argumentos del defensor de la ciudad fueron tan contundentes que en muy poco tiempo varios transeúntes se arrimaron para escucharlos de primera mano y llenarse de orgullo samario. De pronto el defensor soltó una frase un poco críptica.
–Es como una ciudad cubista, como un cuadro de Picasso –dijo.
Es verdad. Santa Marta es una ciudad poliédrica que es completamente distinta dependiendo de la manera cómo la gente se aproxime a ella. Esa ciudad cubista tiene y debe ser protegida y repotenciada porque es la materia prima de la moderna industria turística que llegó con el siglo XXI.
Una postal de Picasso
Santa Marta es el Parque Tayrona, sus playas, los ríos que bajan helados de la Sierra Nevada; la subida a Pueblito por Calabazo, la llegada a La Piscina y el encuentro con esas enormes piedras blancas que García Márquez dijo que eran como huevos prehistóricos; Santa Marta es Guachaquita y Neguanje, todas las playas escondidas y ese mar frío del Caribe. Es la subida hasta Ciudad Perdida. Es Bonda, es Mingueo es Minca y La Tigrera. Es El Oído del Mundo. Es el cerro del Campano y cerro Kennedy. Santa Marta es el pintoresco pueblito de Taganga, Playa grande y Granate. Santa Marta es la ciudad del viento, la que permite entrar barcos enormes hasta la carrera primera; la de los veleros que se cuidan de los huracanes porque es una bahía protegida. Es el barrio Pescaíto, la cancha de la Castellana y la salsa. Es el pueblo Cogui y el pueblo Wiwa. Es un lugar sagrado donde se aprende a respetar la naturaleza. Es el centro histórico con sus pasajes angostos. Es el bar de Homero, es el regué, la champeta y el vallenato. Santa Marta es el San Juan Nepomuceno, el museo etnográfico, el museo del oro y La Casa de la Aduana. Santa Marta es Mamatoco y san Agatón, el único santo borrachón. Santa Marta es cayeye, mote de queso, arroz de lisa. Santa marta es el parque del Agua, la Megabiblioteca. Es Gaira y La Paz. Son las playas turísticas de El Rodadero. Inca Inca, Calderón, Playa Lipe, San Fernando, isla Pelícano y El Morro. El faro de Punta Betín. El bosque efímero. Las extensas playas de Pozos Colorados, es ir a comer ostras en Ciénaga, es La Ciénaga Grande del Magdalena y Las Trojas de Cataca y Nueva Venecia. Santa Marta es también el Macondo que queda subiendo por Gucamayal. Santa Marta es la casa de Gabo en Aracataca. Es la zona bananera y las casas de la United Fruit. Santa Marta es Cundí, La Lucha, el Pando. Santa Marta es el tren. Es una oferta gastronómica. Es una manera de estar en el mundo.
Santa Marta es un destino inagotable.
Turismo y cultura en un solo plan
Todos esos haberes de Santa Marta tienen que ser debida y cuidadosamente aprovechados para aumentar el potencial turístico de la ciudad. Vale decir que es un potencial para todos los bolsillos que apenas está comenzando a despuntar. La ciudad necesita tener un plan estratégico para que cuente con las condiciones logísticas necesarias. Y es en este punto donde el Plan de Ordenamiento Territorial (POT500) la saca del estadio. Piensa en todo, sobre todo en ampliar la visión que se tiene de turismo para que cada calle de la ciudad, cada casa, cada playa y cada samario contribuyan a este gran emporio turístico del siglo XXI.
Para empezar, este POT plantea la construcción de un Centro de atención al Visitante en MINCA, como instrumento para impulsar el ecoturismo y el turismo rural. Allí se facilitará el contacto del visitante con los tesoros que ofrece la Sierra Nevada y las culturas de las comunidades del resguardo indígena, al que se llegaría por carretera o por teleférico.
El Centro de Atención al Visitante estará integrando a todos los agentes que ofrecen servicios turísticos en la zona. Incluirá un Centro de Interpretación de la Naturaleza, rutas por senderos increíbles con guías de las comunidades locales, rutas de observación de aves, la visita al mercado artesanal donde poder adquirir productos nativos del lugar o la participación en talleres interactivos: por ejemplo, elaboración de artesanía, plantas medicinales, degustación gastronómica o participación en rituales ancestrales.
La imagen de Santa Marta debe ser proyectada desde sus fortalezas más notorias: la biodiversidad, su historia y la presencia de culturas ancestrales. Son tesoros increíbles que tenemos que aprovechar, promoviendo el senderismo y el avistamiento de aves y especies endémicas. Hacia esas actividades está mutando el turismo mundial. En 2017, por ejemplo, se calcularon 87 millones de ecoturistas en el mundo, con el avistamiento de aves como uno de los factores de atracción de mayor crecimiento. Es necesario decir que La Sierra Nevada de Santa Marta ofrece la mejor oferta de observación de aves en Colombia: Se han registrado 635 especies de aves, lo cual es aproximadamente el 35% de las aves de Colombia en tan sólo un 1,5 % de su territorio.
Más, por si fuera poco
El POT 500 también plantea ordenar un espacio en el entorno del aeropuerto para que inversionistas privados construyan y gestionen parques temáticos que funcionen como motores de atracción para samarios y turistas. Será un espacio que complemente la oferta de Santa Marta como destino turístico que, además, generará puestos de trabajo e ingresos. La idea es ampliar al máximo el portafolio de servicios, por ejemplo, con la construcción de un Museo oceanográfico concebido tanto como un lugar de aprendizaje y disfrute como de centro científico de investigación, educación ambiental y divulgación del medio marino, su flora, fauna y ecología.
El POT 500 también, quiere garantizar las condiciones para que la empresa privada desarrolle parques temáticos, llenos de atracciones familiares y divertidos, donde además se pueda aprender de la historia de Santa Marta, su patrimonio cultural y natural.
Es un gran plan
Aquel turista español resultó por convencer a su amigo, y a un montón de antojaos que se hicieron al lado. Dejó para lo último los museos. Le señaló el Museo etnográfico del San Juan de Dios. Le dijo que ese podría ser el comienzo
– Ahí te dicen exactamente dónde estás.
Le habló del Museo del Oro, de La Casa de la Aduana, de la biblioteca del Banco de la República, del museo de arte de San Juan Nepomuceno, de la súper Biblioteca y de la Quinta de Bolívar. Fue increíble para todos escuchar a este español. Hablaba de Santa Marta como si hubiera nacido por estos lados. Y eso que no sabe los planes que tiene el POT500 en ese sentido.
No sabe que se pretende reforzar la condición de Santa Marta como Distrito, histórico, turístico y cultural mediante el fortalecimiento de los museos existentes, la construcción de nuevos museos y la articulación del conjunto como una red potente de museos y centros culturales que recoja los componentes esenciales de la historia, la cultura, la identidad y los modos de vida del Distrito y la Región del Magdalena. No sabe que se proyectan nuevos museos, como el Museo del fútbol, en Pescaíto; el Museo Agroindustrial, en donde se pueda apreciar la riqueza agroindustrial, etnográfica y cultural alrededor de los tres productos emblemáticos que han jalonado tradicionalmente el Departamento: banano, café y palma de aceite; y el Centro Cultural Bolivariano, en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en honor a la paz y la reconciliación entre los pueblos.
Aquel turista español olvidó decirle a su compañero que dentro de poco tendremos una Macrobiblioteca en Santa Marta, con un área total de 8.059 m2, repartida en talleres, sala de lectura, aula múltiple, auditorio, salón de informática, cafetería y oficinas para la administración. Desde la misma construcción la biblioteca se concibe como un parque educativo: entre el paisaje de árboles se levantan seis módulos en forma de anillo que cuidadosamente abrazan y rodean la masa vegetal, conformando un sistema de anillos y patios que recrean la armonía que las culturas de la Sierra Nevada mantienen entre la arquitectura y el territorio.
En fin. Ninguno de los dos sabía la verdadera causa de tantas bondades que solo os samarios sabemos desde niños.
No sabían que Santa Marta lo tiene todo porque está en El corazón del Mundo.
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