Hora silla no es la más productiva
Con la circular de número 046 del 28 de julio del 2016 se fortalecen las medidas para que los funcionarios cumplan con el horario requerido y establecido por ley. Lo curioso es que el documento nunca arguye el porqué de la decisión. Es decir, aparentemente, no responde a un esfuerzo por fortalecer los procesos, mejorar la atención al público, generar confianza en las instituciones o cumplir con alguna meta de trabajo específica. Esto implica que es un mecanismo para cumplir la norma ‘per se’.
¿Para qué el tiempo libre?
Lo anterior es curioso porque las estrategias más innovadoras de gerencia, administración y talento humano, demuestran que un empleado con menos horas frente al escritorio es mucho más eficiente y feliz. En países como Alemania, Holanda, Noruega y Dinamarca se trabaja, al año, casi 1000 horas menos que en Colombia. Esto significa 1000 horas para descansar, divertirse, llevar una vida amena y mejores relaciones personales. (ver en Dinero.com)
Pero no hay que confundir Dinamarca con Cundinamarca. Debemos reconocer nuestra naturaleza latina y efervescente. Muy probablemente, con ese ritmo europeo la único que mejoren sean las utilidades de los estancos, los indicadores de riñas y los muertos por accidentes automovilísticos. Quizá sí necesitemos encerrarnos trabajando para no matarnos.
Re pensar la función de los funcionarios.
En la universidad se dice que la actividad más común es la glúteo-cerebral. Bien sea por las horas de lectura, escritura y estudio o las incontables de ingesta de alcohol en torno a una buena charla. Ambas acciones tan importantes para el desarrollo integral del profesional y próximo oficinista que se entrena para pasar horas redactando informes cuando no corre por más documentos.
En su intento de control el orden nacional impulsa la creación de manuales de funciones en las entidades territoriales. Esto se hace a través de las oficinas de talento humano de carácter nacional, departamental, distrital o municipal. Cuando se leen estos manuales, claramente, buscan alcanzar objetivos y metas institucionales a través de las funciones de los servidores públicos. (ver un ejemplo en el MinEducación)
Cuando se leen las definiciones de la palabra ‘función’ en el diccionario de la RAE se entiende que se aplica la segunda opción: “Tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, o a sus órganos o personas”. Es así que se puede entender que el Estado colombiano quiere que los funcionarios hagan solo eso, tareas. Además, éstas deben ser claras, precisas, determinadas, medibles y demás, para seguir ejerciendo un mayor control.
Lo interesante de la definición es que no menciona un tiempo específico o un lugar para su realización. En esencia esto implicaría, al menos semánticamente hablando, que lo importante es el desarrollo de las tareas requeridas. Ello sin importar cómo o dónde. El tema del tiempo es algo que se infiere, pues sin tiempos claros no habría sinergia y no habría trabajo, sino esfuerzos atomizados sin relación clara.
Ahora, una vez teniendo en cuenta que lo importante es ‘hacer las tareas’ por las que paga el Estado, vale la pena pensar el cómo y el dónde. Sin ahondar en las definiciones metodológicas es el funcionario y su formación quien decide cómo realizar su trabajo bajo las orientaciones del jefe. Luego, con el tema del teletrabajo se ha matizado bastante la importancia de estar, estrictamente en la oficina.
Muchas empresas han mutado brindando espacios especiales para sus empleados. En ellos el individuo puede divertirse, descansar y realizar cualquier actividad que le permita alejarse del trabajo para entrar, unas horas más tarde, con más fuerza y ahínco. Pero de nuevo, quizá a nosotros nos basta la cafetería que vive repleta de cafeinómanos y buenos conversadores.
No eres tú, soy yo…
Pero: ¿De qué manera se podría trabajar para que disfrutar de mejor manera nuestro tiempo libre? La respuesta la buscamos en los proyectos estatales. Pero si no ha podido con las jornadas extra escolares qué va a pensar en algo extra laboral más allá de la celebración de fin de año. Con todas las embarradas sico-sociales que esto conlleva.
Quizá la respuesta esté, como siempre, en nosotros mismos y en cómo asumimos el trabajo. Probablemente, si dejamos de pensar el laburo como el negrito del batey y los lunes como ladrillos pesados a una carga interminable, dejaríamos de salir del escritorio a la mesa del bar. Que -en últimas- es exactamente igual. Mata neuronas y te deja vuelto nada.
Y entonces…
Más allá de escribir qué se debe hacer o qué no, considero que debe generarse un ejercicio de análisis -al interior de las entidades públicas- de acuerdo a lo que debe hacer cada persona, su formación, sus habilidades y sus resultados frente a las metas propuestas. De esta manera, podría generarse un trato equitativo basado en la desigualdad. A los iguales como iguales y a los desiguales como desiguales.
No se puede esperar, al menos hoy, que una persona encargada de recibir correspondencia física, archivar o limpiar el polvo lo haga desde la casa. Así mismo las labores de lobby, gestión, gerencia y creación de alianzas no pueden estar pegados a una silla ni cumplir horarios estrictos. Las reuniones nunca terminan a la hora que se espera. Pero eso no lo pueden ver los demás enfrascados en sus torres de papel y sus manos hábiles para la digitación. Si queremos evolucionar en nuestro trabajo, debemos evolucionar en la forma como lo hacemos, lo pensamos y lo sentimos.
* Una pizca de historia
Las primeras sociedades nómadas conseguían el sustento diario y vivían para hacerlo. Las generaciones siguientes se asentaron junto a cuerpos de agua. Esto les permitió desarrollar agricultura, ganadería y no renunciar a la caza. Este cambio permitió el almacenamiento de recursos, el tiempo libre y la construcción de elaborados sistemas de creencias. Pero lo importante del tiempo libre fue la jerarquización subsiguiente, los sistemas de clases y la división del trabajo. Ya no era necesario que todos trabajaran. Permitimos haraganes.
La sociedad actual basada en los servicios y ampliamente automatizada tiene una gran cantidad de personas desarrollando trabajos que en términos exactos no producen bienes de primera necesidad. Una carta no se puede comer y una computadora no te abriga. En contraprestación, todo esto permite maximizar la producción y generar otro tipo de bienes. Por eso necesitamos, somos y usamos oficinistas, profesores y publicistas.
El virrey
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