Vengo de la ciudad donde contratan dos y tres veces las obras de colegios para terminarlos, pero aun así no los terminan. Vengo de donde la Contraloría se presta para fijar fechas de entrega de presuntas bibliotecas públicas que nuestros niños no han podido utilizar porque están a medio hacer. Vengo de donde dejaron en el suelo Centros de Desarrollo Infantil contratados y pagados en su totalidad que debieran estar llenos de niños y madres cabeza de hogar, pero realmente están adornados de hierros retorcidos que claman justicia.
Vengo también de la ciudad en donde contratan dos y tres veces la pavimentación de vías principales para intentar terminarlas, en donde dicen “ahora sí la vamos a terminar”, y un gran sector de la ciudadanía aplaude el “ahora sí”, cuando debiéramos exigir más bien el “por qué la primera vez no”. En últimas, ni con el “ahora sí” cumplen.
Vengo de la ciudad rodeada de ríos con generosos caudales, pero en nuestras casas no llega ni una gota de agua. Vengo de la ciudad en donde despiden a periodistas de medios de comunicación porque incomodan a algunos gobernantes de turno. Vengo de donde dejan en obra negra puestos de salud contratados y pagados en su totalidad.
Vengo de una ciudad en la que en los últimos 9 años por la absoluta ausencia de gestión pública ha aumentado dramáticamente la pobreza y necesidades de la gente. Vengo de un territorio en donde si haces uso de alguna obra pública te recriminan el por qué lo estás haciendo, si tú no votaste por ellos, como si lo público tuviera patente o dueño.
Vengo de una ciudad en donde 15 obras contratadas en los últimos 8 años tuvieron un valor inicial de 185 mil millones de pesos, pero en adiciones sumaron más de 80 mil millones, muchas están en el suelo y con cinismo dicen “ahora sí las vamos a entregar”.
Vengo de donde no está permitida la libre opinión y entregan estadios de fútbol que quedaron a medio hacer. Vengo de donde inauguraron supuestas obras que realmente no estaban terminadas y nunca lo estarán, pero muchos aplaudieron en fantasiosas ceremonias.
Vengo de Santa Marta, una ciudad que cuenta con empresarios y gremios propositivos, pero que hoy por culpa del socialismo disolvente de izquierda que la gobierna, no tiene nada. ¿Cómo explicarles a nuestros hijos esto? ¿Cómo hacerles entender que los elefantes blancos que se caen ante la mirada de la población vulnerable que clama soluciones son parte de la deshonra de sus intereses personales? ¿Este es el fallido experimento que quieren implementar a nivel nacional?
Por culpa nuestra estamos en esto y por nuestros medios debemos salir. Necesitamos conciencia colectiva para rectificar el rumbo y borrar el nefasto legado de un modelo disolvente que basado en secuestrar nuestros derechos implementó acciones que acabaron a la ciudad y con ella la autoestima de miles de personas. En ese contexto nos queda algo que jamás nos podrán quitar: la dignidad. Con firmeza, nunca es tarde para decir: ¡devuélvannos nuestros derechos!
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