En memoria de Luis Gabriel y Salua: 10 años viviendo en el corazón de su familia


La pequeña Salua Cabarcas Cotes y su padre, Luis Gabriel Cabarcas, tenían un vínculo muy fraternal desde aquella mañana del 23 de agosto de 2006 cuando ella nació en la Clínica de la Mujer, en Santa Marta.
Y es que Salua, recordada como una niña alegre, vanidosa y amorosa, se convirtió en la luz de los ojos de sus padres, Luis Gabriel y Marla, y de su hermano mayor Luis Ángel.
Sin embargo, la vida de esta familia dio un giro inesperado en la fatídica mañana del 14 de noviembre de 2013, cuando hombres armados acabaron con la vida del padre y de la pequeña que en ese entonces tenía tan solo siete años.
El trágico suceso se presentó en cercanías al parque de la Urbanización Andrea Carolina, cuando Luis Gabriel transportaba a su hija hacia el colegio.
Aquel día las nubes fueron grises y una profunda tristeza embargó a los familiares y amigos de ‘Pepe’ -como era conocido el hombre- y Salua. La ciudad entera se unió al repudio por tan cruel doble crimen que aún sigue en la memoria de muchas personas.
El tiempo pasa y ya son 10 años desde lo acontecido, mismo tiempo en que Marla Cotes ha mantenido en su corazón el vivo recuerdo de su hija y de su esposo.
En su memoria conserva a Salua como una niña alegre, vanidosa y que se distinguía en el colegio por participar como reina en diferentes eventos.
Entre tanto, a Luis Gabriel, con quien tuvo la oportunidad de vivir 17 años de matrimonio, lo recuerda como un hombre amigable, entregado a su hogar y amante al vallenato de Silvestre Dangond.
A pesar de añorar tenerlos a su lado, Marla ha sido una mujer resiliente, que, en medio del vacío de haber perdido a su pareja y a su hija menor, ha encontrado en Dios, en su hijo Luis Ángel y su familia en general, el apoyo y consuelo para seguir adelante.
En diálogo con Seguimiento.co, Cotes recordó que “Salua fue una niña muy inteligente, pulcra, demasiado vanidosa. Era mi compañera de todo, pasamos muchos momentos juntas que quedaron grabados en mi corazón y mi mente”.
“A ella le gustaba la ropa, los accesorios. Le encantaba la Navidad. Después de tantos años, cuando coloco los arreglos navideños, los coloco porque a ella le encantaba”, dijo Marla, quien además rememoró que el día antes de la partida de Salua, juntas empezaron a adornar la casa con elementos alusivos a la celebración decembrina. Todo por petición de la pequeña que hoy, infortunadamente, ya no está.
La mamá también contó que la niña era muy apegada a su hermano Luis Ángel y a su papá Luis Gabriel. “Ella lo adoraba –a su papá-, era súper celosa, nunca le decía su nombre sino ‘Calvito’, porque ‘Pepe’ era calvito”.
Ser reina era el hobbie de Salua. En su casa, por supuesto, era vista como tal, y a ella le agradaba serlo en las instituciones donde estudió.
“A ella le gustaba ser la reina. Cuando estudió en ‘Aluna’, apenas llegó fue la reina del Mar, del colegio. Cuando llegó al Colegio Cooedumag lo primero que le dije fue: ‘cuidado vas a ser reina este año’, y apenas entró fue reina del carnaval”, dijo con sonrisas Marla.
De no haber ocurrido el atentado aquel 14 de noviembre de 2013, la ‘reina’ Salua tendría 17 años y estaría ad portas de recibir su título de bachiller. “Este año su grupo de amigos del colegio se gradúa de bachillerato, estaría Salua también por graduarse”, manifestó.
Piedad Meléndez, quien en su momento fue la docente de Salua en la Ciudadela Educativa Cooedumag, detalló que “la recuerdo como una niña cariñosa. Siempre que llegaba al colegio me abrazaba y me decía lo mucho que me quería. Era muy responsable con sus deberes escolares y le gustaba participar en todos los actos que se hacían.
“Recuerdo que el último día –el 13 de noviembre de 2013- practicamos un baile navideño que se realizaría como clausura del año escolar. Salua estaba feliz porque ella era la bailarina central. El 14 de noviembre, al llegar al colegio, estábamos en oración. En ese momento una compañera me llamó para decirme lo que le había pasado a Salua. Llamé a Marla y ella en medio del llanto me confirmó la noticia. Ese día nunca lo olvidaré”, dijo con tristeza quien fuera su maestra.
El recuerdo de la pequeña Salua se mantiene más vivo que nunca en el corazón de sus allegados, como aquella llama que niega apagarse. Pese a no estar físicamente, su dulzura y ocurrencias siguen siendo tema de conversación entre sus familiares y amigos.
Las tardes de visita a la familia los fines de semana en Gaira; los momentos en que, pese a ser una niña se convertía en la ‘enfermera’ de su abuelita materna; las sorpresivas y cómicas respuestas que daba a ciertas preguntas… todo ello es motivo aún de sonrisas en su madre, Marla, y demás personas cercanas.
‘Pepe’ Cabarcas, un hombre amoroso y amante al vallenato
Marla también recordó al hombre que la acompañó 17 años en matrimonio; con quien tuvo a sus dos hijos y a quien, hoy en día, también echa de menos.
“Luis Gabriel era un hombre de muchos amigos, era muy amplio con sus amigos y su familia. Era muy amoroso. ‘Pepe’, como le decíamos de cariño, era capaz de quitarse el pan de la boca para dárselo a sus amigos. Fue muy especial”, contó Cotes.
Afirmó también que ‘Pepe’ era un hombre amante a la cultura vallenata y, a propósito del reciente lanzamiento musical del artista Silvestre Dangond, comentó: “era un hombre al que le gustaba el folclor. Era ‘Silvestrista’ a morir, le encantaba, para esta época habría estado que Valledupar le hubiera quedado chiquita”.
Por el crimen de padre e hija no hubo capturas y hoy, transcurridos 10 años este macabro hecho se encuentra impune. “Nunca hubo capturados. Solo espero la justicia divina, eso es lo que me ha dado tranquilidad y fortaleza. Muchas veces fui a juzgados a preguntar y no, no pasó nada, todo se lo dejé a Dios y yo sigo adelante con mi hijo”, puntualizó.
Las manos criminales le arrebataron a los Cabarcas Cotes a un esposo y padre; a una hija y hermana; pero, sin duda, jamás nunca nadie arrebatará los momentos compartidos en vida con que Luis Gabriel y Salua marcaron para siempre el corazón de quienes los conocieron. Paz en sus tumbas.
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