La historia detrás del popular negocio del Mercado Público ‘Cacharrería la 11’

No existe visitante del Mercado en Santa Marta que no identifique la Cacharrería la 11, un popular negocio ubicado en la calle 11, entre avenida del Ferrocarril y la carrera 9, que desde hace años se ha convertido en el punto de referencia para conseguir casi que cualquier producto.

Desde cosméticos, papelería y otros utensilios para el hogar, hasta decoración y juguetería pueden encontrarse en este establecimiento que a diario es visitado por cientos de personas. Sin embargo, pese a ser tan conocido, son pocos los que conocen la historia que hay detrás de la familia que lo fundó. 

Jorge Bedoya y Marta Giraldo son los pilares de este negocio, que cumple ya casi 30 años abierto al público desde aquella época en que esta pareja llegó a Santa Marta con sus maletas cargadas de sueños, embarazada de su primera hija, Laura. Con el paso de los años vendrían dos hijos más: Juliana y Jorge Andrés Bedoya Giraldo. 

“Nosotros salimos de Medellín a buscar nuevos horizontes y encontramos que aquí fue donde pudimos lograr hacer de aquel negocio pequeño que encontramos, una gran empresa. En ese entonces solamente teníamos un empleado, en este momento son más de 30”, expresa Marta, quien se encarga de todos los detalles del negocio junto a su familia.

La familia Bedoya Giraldo también es propietaria de Variedades la Quinta, un negocio que nació casi que sin quererlo, pues, con el deseo de trasladar la Cacharrería la 11 a un espacio más grande, terminaron comprando un local estratégicamente ubicado sobre la carrera quinta, pero luego encontraron uno más espacioso en el Mercado, por eso al final se quedaron con los dos.

"Para mí este proceso ha sido una bendición de Dios, porque a veces nuestras fuerzas humanas no alcanzan. Si no es por la gracia de él, uno no puede llegar a hacer esto", sostiene Marta. 

Ni el incendio apagó sus sueños

Pero hacer empresa no es fácil. El esfuerzo de esta familia trabajadora ha tenido muchas satisfacciones, pero también sus retos y dificultades.

Uno de los retos que más les ha costado ha sido lograr un gran cambio en la actitud de la atención a los clientes. Por experiencia, la familia asegura que en Medellín, los trabajadores se "desviven" por brindar una magnifica atención, pero en Santa Marta no ocurre igual. 

Es un hecho que en la Costa la atención es diferente. Por eso Marta cuenta que se han esforzado en gran medida para capacitar a sus más de 30 empleados con charlas permanentes, asesorías, talleres y seminarios que se traducen en una excelente atención a las personas que visitan sus establecimientos. 

No obstante, el 20 de septiembre de 2016 sufrieron un revés difícil de prever: un voraz incendio que generó alarmas en toda la ciudad acabó con siete locales del Mercado Público de Santa Marta; las llamas marchitaron los sueños de 150 familias que vivían del comercio, uno de los negocios damnificados fue Cacharrería la 11.

Sin embargo, Marta Giraldo asegura hoy, con la tranquilidad de haber pasado los tiempos difíciles, que ese hecho se convirtió en un ‘trampolín’ para mejorar y aprender de las malas experiencias.

“Hace dos años tuvimos el incendio. Se quemaron las bodegas y toda la mercancía. Pero ese mismo día yo ya estaba pensando en que teníamos que reponernos de eso, porque ya tenía un grupo de personas que necesitaban el trabajo y que necesitaban comer, que era lo que más me preocupaba a mí porque de pronto uno como empresario tiene sus ayudas, pero los empleados se iban a quedar sin nada”, dijo Marta.

Cacharrería la 11 se sobrepuso en tiempo récord. A los 15 días de haberse quemado el negocio, el 6 de octubre, otra vez abrieron sus puertas. "Tuvimos el apoyo de nuestros proveedores pues ellos confiaban en nosotros y nos ayudaron e inmediatamente fueron mandando mercancía y así fuimos tratando de pagar las deudas”, recuerda.

“Uno a veces se pregunta por qué suceden las cosas, y no, la pregunta es para qué. Dios quería hacer en nosotros hacer una empresa más sólida, con una adecuación más bonita, para seguir creciendo y esa es la idea”, reflexiona.

Pero lo que más motiva a esta familia -y quizás el motor que los ha impulsado a salir de las adversidades- es la satisfacción de saber que con su trabajo brindan a las personas la oportunidad de tener empleo.

"Hay tiempos muy duros pero lo importante es tener para pagarles a los empleados”: Marta Giraldo, propietaria de Cacharrería la 11

“Yo digo que a mí Dios me puso aquí para generar empleo, no para conseguir dinero porque eso va y viene, pero el hecho de generar empleo, saber que cada familia tiene una quincena con la cual come, eso es lo más satisfactorio, eso es lo que me llena”, manifiesta Marta.

Otro hecho llamativo que ha marcado la trayectoria de la familia es que, con sus iniciativas comerciales, se convirtieron en los pioneros en implementar el estilo de ventanales en sus locales comerciales, en el Mercado y el Centro de la ciudad. 

“Cuando nosotros pusimos Variedades la Quinta, fue el primer negocio bonito y fue el primer negocio con vidrio, nosotros nos atrevimos a dejarlo así expuesto y la gente nos decía que cómo íbamos a hacer eso, que van a romper los vidrios pero nosotros queríamos hacer algo diferente y ya luego otros locales también empezaron a ponerle vidrios al negocio”, indicó Marta.

"Siempre queremos poner esa cuota de diferencia, vender los mejores productos y brindar buenas marcas, tratando de ser los mejores”, manifiesta Giraldo, consciente de que esas ideas han servido para aportarle a Santa Marta. 

El accidente del que Jorge 'aún no se ha dado cuenta'

Esculcando en los recuerdos y transportándose al pasado, Marta relató cómo se conoció con Jorge Bedoya y la dura prueba de amor a la que fueron sometidos por los azares del destino.

Marta vivía en Granada, Antioquia. Desde que Jorge la conoció, juró que ella sería la madre de sus hijos. Ya siendo novios, tuvieron una difícil prueba. Jorge, que hacía unos trabajos en una línea de alta tensión, se encontraba en la parte alta de un poste. En aquel entonces, no existían las telecomunicaciones de ahora, por lo que él tenía un tiempo determinado para ejecutar el trabajo antes de que activaran la energía. 

Pensando que Jorge ya se había terminado el trabajo, pusieron la corriente pero él todavía estaba en el poste. Por fortuna, en una decisión arriesgada, Jorge había decidido no usar el cinturón con el que evitaría una caída. Eso fue lo que le salvó la vida en el momento en que la corriente ingresó por uno de sus brazos y salió por otro, lo elevó y lo lanzó al suelo con graves heridas en ambas manos. Las lesiones fueron tan graves, que sus manos tuvieron que ser amputadas. 

“Gracias de Dios él (Jorge) ha sido una persona de mucha superación e incuso cuando el médico le iba a dar de alta me llamó a  su oficina y me dijo: mire niña, Jorge no se ha dado cuenta de lo que le ha pasado, si a mí me cortan mis manos yo me muero, y él está tan fresco, y entonces yo digo jocosamente, Jorge nunca se ha dado cuenta”, contó de manera jocosa Marta Giraldo.

Juliana y Jorge Andrés, jóvenes con liderazgo

Los hijos de la pareja han ido poco a poco asumiendo los deberes y responsabilidades con mucho liderazgo, consolidándose como jóvenes emprendedores, pues ese es el ejemplo que toda la vida han recibido de sus padres.

Juliana Bedoya, administradora de Variedades la Quinta, es egresada del colegio el Bureche. Estudió Marketing y Negocios en la Universidad Sergio Arboleda y con sus 24 años se ha mostrado como una joven disciplinada.

Juliana está siempre pendiente del negocio para que nada falte, está interesada en las ventas y le apunta a que el negocio crezca cada día, imprimiéndole la innovación propia de la juventud.

De otro lado, Jorge Andrés Bedoya, el hijo de menor de la pareja, nació en Santa Marta y estudió en el colegio Bureche, en donde se graduó en 2017.

Actualmente Estudia Marketing y Negocios en la Universidad Sergio Arboleda y siempre ha estado interesado en el diseño y las artes plásticas. Sin embargo, desde joven supo que su verdadera pasión está en los negocios, por eso quiere mantener el legado que le están dejando sus papás. 

“Desde el incidente del incendio vi la necesidad de apoyar más a mis papás y vi que la empresa tiene mucho potencial. Las empresas ya nos conocen, entonces hay confianza por parte de los proveedores, por eso pensé en apropiarme más del tema”, asegura.

En la empresa es el director comercial y también organiza los eventos, además de ser un gran líder y orientador de los empleados.

El significado de los motores detrás de Cacharrería la 11 y Variedades la Quinta lo define Marta en una frase: “Somos de esas familias raras que ya no existen, una familia muy unida, con mucho amor muchos principios, a pesar de que las dificultades no faltan, pero tenemos un hogar fuerte. A pesar de tener 29 años de casados todavía estamos ahí, irradiando amor y transmitiéndolo a nuestros hijos".

29 de 494 años dedicados a Santa Marta

Más allá de vender productos, esta es una familia que, con sus negocios, ha aportado empleo, pero sobre todo, el grano de arena que le aportan a Santa Marta es el ejemplo de que los sueños se cumplen si se trabaja duro por ellos.

Esta nota hace parte de un especial de Seguimiento.co. Te invitamos a ver otras publicaciones del especial haciendo clic abajo: ​