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Jueves 02 de Mayo de 2019 - 6:00am

“El principal caicedista soy yo”: Rafael Martínez

El alcalde electo de Santa Marta, quien tiene detención domiciliaria desde el pasado 21 de marzo, habló con Seguimiento.co sobre su vida y su trayectoria política.
Rafael Alejandro Martínez, alcalde electo de Santa Marta.
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Rafael Alejandro Martínez se ha hecho a pulso. En su época de estudiante fue vendedor de frutas en un camión, cobrador de buses urbanos, cargador de bultos en el Puerto de Santa Marta y vendedor de cervezas.

Es el mayor de siete hijos -seis hombres y una mujer- de una madre que los levantó trabajando como empleada doméstica y nunca vivió con su padre. Solo tiene el apellido de su mamá porque ella lo registró.

Nació el 14 de mayo de 1974 en Pedregosa, corregimiento de Guamal, Magdalena, pero siendo un bebé su mamá se lo llevó para Bogotá, al año y medio regresaron al pueblo y a los 6 años se mudaron a Caracas, Venezuela.

A los 13 años regresó a Colombia y se vino a vivir con una tía a Santa Marta, donde ha echado raíces. A los pocos meses se independizó y, desde entonces, comenzó a vivir de su propio trabajo.

Se graduó de bachiller en la jornada nocturna del Instituto Magdalena, después de haber pasado por el Inem Simón Bolívar y el IED Rodrigo de Bastidas en la época de las movilizaciones estudiantiles. En su juventud fue boxeador amateur –ganó 14 peleas y perdió una–, es amante de las motocicletas y no le gusta que lo controlen.

Entró a estudiar Administración de Empresas en la Universidad del Magdalena, donde fue dirigente estudiantil, coordinador académico del programa que se graduó, director de la Sección de Servicios Generales y Almacén, director de programa y decano de la facultad de Ciencias Empresariales y Económicas.

Hizo parte del proceso de transformación de la Universidad del Magdalena siendo rector Carlos Caicedo. En 2007 aspiró al Concejo de Santa Marta por el Polo Democrático, pero los 1.740 votos que obtuvo no le dieron para asegurar una curul, luego se desempeñó durante tres años como jefe del Departamento de Servicios Generales de la Universidad del Atlántico, cargo al que llegó por concurso de méritos.

En las elecciones locales de 2011 fue el jefe de campaña de la candidatura a la Alcaldía de Caicedo y tras ganar ocupó varios cargos en su gabinete: director de la Unidad de Tránsito y Transporte, secretario de Gobierno, secretario de Educación encargado y director del Departamento Administrativo Distrital del Medio Ambiente (Dadma).

Hoy, a sus 44 años, está cobijado con detención domiciliaria por las presuntas irregularidades en la contratación de la terminación y adecuación de tres centros de salud. Lleva más de un mes privado de la libertad en un apartamento que arrendó en Playa Dormida, donde recibe visitas, se dedica a leer y a ver series en Netflix.

Vive con su actual esposa Diana Salcedo y tiene cuatro hijos, tres con su anterior pareja y una bebé de seis meses. Asegura que su detención es política no jurídica y aspira que el juez de segunda instancia lo deje en libertad para regresar a su cargo. Este es Rafael Martínez como no lo conocías; la primera entrega de la nueva sección 'Entrevistas Seguimiento'.

Rafael Alejandro Martínez, alcalde electo de Santa Marta

¿Qué recuerda de la época que vivió en Venezuela?

Yo trabajé desde muy pequeño, recuerdo que trabajé con un señor vendiendo frutas en un camión. Desde los 7 años hasta los 13 me críe con mi mamá y mi padrastro y ayudaba a la economía familiar. Yo trabajaba y estudiaba, trabajaba recogiendo semillas de palma de coco, luego trabajé vendiendo frutas en un camión, luego tirando pala, luego vendí pastel. Estudiaba, pero cuando tenía tiempo trabajaba. Luego a los 13 años me vine a estudiar a Colombia, las cosas económicamente no estaban bien allá. Regresé al pueblo, estuve un par de meses. Mi hermano se había venido un año antes y tenía una tía en Santa Marta, con la que había vivido en El Banco, así que me vine a vivir a la casa de ella en el barrio Perehuetano. Luego ella vendió esa casa y nos mudamos a Los Almendros y después ya me independicé desde el 92.

¿Cómo fueron esos primeros años en Santa Marta?

En Santa Marta empecé a estudiar, mi tía no era muy partidaria que trabajara, pero a mí me ha gustado siempre trabajar y tener mis propios recursos. Decidí trabajar y me fui de la casa para independizarme. Era cobrador de bus de transporte público y tiraba cajas en el puerto. Viviendo con mi tía empecé a trabajar los fines de semana en el Polideportivo vendiendo cervezas y me acuerdo que mi jefe era un man que se llama Darío y que ahora trabaja en almacén en la Alcaldía. Tenía la concesión del kiosco y yo vendía ahí y cuando había partidos de softbol vendía cervezas en el estadio.

¿Qué tan cierto es lo que dicen: que al Alcalde de Santa Marta en un tiempo le tocó dormir en la calle?

Cuando me independicé recuerdo que no tenía para pagar el arriendo y tocaba dormir arrimado tres días en una casa, tres días en otra y una vez me tocó prácticamente dormir en el Polideportivo, en las gradas del estadio de softbol porque no había a quién molestar.

No me gusta depender de nadie, siempre he dependido de mí mismo y a pesar de todo he tenido una bendición, Dios me ha bendecido porque he tenido amigos que los mataron porque terminaron en malos pasos o estaban en causas y he pasado por el vicio, el trago, la promiscuidad y digamos que todo eso son obstáculos superados.

¿Consumió drogas?

Probé casi todas las drogas como joven y en la universidad tuve mi época de alcohol extremo, llegué a un punto que pensé que tenía problemas de alcoholismo, tomaba tres o cuatro veces a la semana, pero un día no tomé más. De hecho, siempre fui un tomador social y hace como tres años que prácticamente es muy contado que me tome un trago. 

Después que se vino de Venezuela, ¿cómo fue la relación con su mamá?

Realmente estábamos muy distantes porque ella estaba con sus problemas allá y yo con los míos acá. Ella vivía con todos mis hermanos, excepto el que me sigue que se había venido para Colombia. Cuando empecé a tener condiciones laborales le mandaba plata y ella venía a visitarme, incluso yo fui una vez a visitarla a Venezuela. Desde el año antepasado la tengo viviendo acá. Mis hermanos, unos están en Argentina y otros aquí, porque la situación en Venezuela los ha hecho salir.

Rafael Martínez (camisa azul) en su infancia en Pedregosa, corregimiento de Guamal.

¿Como fue que terminó siendo taxista?

Empecé a militar rápidamente en las juventudes alternativas y terminé en un proceso de reinserción, nos dieron un apoyo económico y con eso di la cuota inicial para un taxi. Fui taxista un tiempo, luego entré a la Universidad y me quedaba complicado manejar un taxi todos los días. Lo di a conducir y el que lo manejaba se ganó la bolita (chance), tomo mucho, se estrelló, se mató y acabó el carro. Hasta ahí llegó mi vida empresarial como taxista.

De Carlos Caicedo se conoce el antecedente en guerrilla, pero no de usted: ¿Cómo terminó militando en grupos guerrilleros?

Empecé a militar desde que estaba en el colegio, participaba en causas, uno se va enrolando, va leyendo, se va instruyendo, va adquiriendo un carácter y una concepción, va formando su posición política frente a las desigualdades, la injusticia, el papel del Estado.

Estaba relacionado con personas que tenían militancia en varios grupos definidos como el ELN o las Farc, yo incluso llegué a tener contacto y estar en la Sierra Nevada con personas de las Farc. Pero después la mayoría de la gente con la que interactuaba era del ELN y luego se dividieron en la Corriente de Renovación Socialista, donde ya estaba Carlos (Caicedo). Yo nunca estuve en el monte, era apoyo urbano, era un estudiante.

Hicimos un proceso de desmovilización en el que los que estaban ya de alguna manera vinculados, decidían abiertamente trabajar por el cambio de un modelo político a partir de las condiciones que había dado la nueva Constitución. Esa desmovilización fue en el 94 en Flor del Monte, Sucre.

¿En esa época conoció a Carlos Caicedo?

No, yo lo conocí un poco antes. Lo recuerdo de sus movilizaciones y el liderazgo que tenía siendo estudiante en el Liceo Celedón. Él era líder estudiantil, porque siempre ha sido mayor (le lleva 8 años), y yo era un estudiante que participaba, en ese entonces no tenía mayor condición de liderazgo. Era muy activo, pero posición de liderazgo, de responder por organizaciones, marchas y movilizaciones, tuve cuando llegué a ocupar la vicepresidencia del Consejo Estudiantil del Instituto Magdalena, jornada nocturna. Luego entré a la Universidad del Magdalena y fui presidente del Consejo Estudiantil de Administración, después presidente de la Federación de Estudiantes y fui madurando y teniendo posiciones de liderazgo.

¿Cómo se hicieron amigos?

Lo conocí mucho antes del proceso de paz en varias reuniones. Él era vocero nacional  y coordinó  la desmovilización de varios compañeros entre los que estaba yo. Él coordinó ese proceso de reagrupamiento aquí y desplazamiento a Flor del Monte, el proceso de dejación de armas y del retorno en 1994. Luego él se devolvió, vino como dirigente político y aspiró al Concejo y ahí lo acompañamos. En la Universidad del Magdalena lo acompañé ya en un rol de liderazgo y terminamos muy vinculados en lo personal al punto que él es padrino de mi hijo mayor, somos compadres y siempre hemos trasegado juntos. Somos como tres hermanos: Patricia (Caicedo), él y yo.

¿Por qué lo eligen como candidato para reemplazar a Caicedo en la Alcaldía?

Por la identidad ideológica, la cercanía y porque había mostrado lealtad, que no es un bien que se encuentra en todas las personas. Mucha gente ha estado con nosotros y por cualquier circunstancia toma distancia, seguramente porque no tienen bien ahincado el principio de la lealtad, de la amistad.

¿Esa lealtad muchos de sus detractores la ven como si usted fuera el ‘títere’ o el que hace lo que diga Caicedo?

Desafortunadamente aquí el valor de la lealtad no está como debiera ser, aquí lo normal es que yo fuera desleal, ingrato, deshonesto o hasta perseguidor de quien me dio la mano. Para mí lo normal y como debe, porque además son principios que le enseñan a uno en la casa, es la sinceridad, la honestidad, la lealtad, la amistad. Yo he ejercido mi Alcaldía, claramente reconozco a Carlos como el jefe político, pero no puedes decirle a la gente, tú eres mi jefe político, me voy a apoyar en ti, en tus ideas y en tu proyecto para ser alcalde y  luego que soy alcalde tú no me digas nada, no tienes nada que opinar. Eso no está bien. Claramente las decisiones administrativas las he tomado yo, no recuerdo ninguna decisión impuesta. Nosotros tenemos una particularidad y es que todo lo concertamos y si no estamos de acuerdo mejor lo dejamos quieto, pero en la mayoría de cosas hemos coincidido. Hablan de la supuesta influencia de Carlos en el nombramiento de la gente, pero la misma gente de Carlos es la gente mía. Son del mismo proceso. Yo no he permitido que el movimiento (Fuerza Ciudadana) se divida entre quienes apoyan a Carlos y apoyan a Rafa porque el principal caicedista soy yo. Aquí todos somos caicedistas en términos de reconocer un liderazgo político. Administrativamente yo respondo por la Alcaldía y soy el alcalde, pero reconozco una jefatura política.

¿Ha habido conflictos entre ustedes?

Yo nunca he tenido conflictos con Carlos porque los conflictos podrían sobrevenir de desacuerdos frente al proyecto político o modelo administrativo y hemos coincidido en el fortalecimiento de lo público, en el fortalecimiento de las políticas públicas, en el tema de la planeación estratégica, en la participación. Yo no he tenido conflicto con Carlos, ni desavenencias como de pronto algunos han querido hacer ver que ha tenido con otros. Ustedes no han escuchado nunca de una pelea de Carlos conmigo porque no la hemos tenido.

Usted está hoy con detención domiciliaria por contratar la terminación de unas obras que quedaron inconclusas en la administración de Caicedo, se ha rumorado que eso ha generado conflictos entre ustedes porque él está libre.

Eso es absolutamente falso, ahí se ve la mala fe de quiénes quieren promover ese tipo de cosas al punto que si lo mío es descabellado porque yo soy un preso político, lo mío no es jurídico, pero digamos que la razón que encuentra la Fiscalía y el juez es que por lo menos yo contraté, pero Carlos ni contrató. Es decir si lo mío es descabellado, lo de Carlos es extremadamente absurdo que hubiera estado siquiera vinculado al proceso. No hay nada en este proceso que no indique que es una persecución política, aquí lo que hay es un entramado político  disfrazado de penal para sacarnos del camino.

Así que cero conflicto, por el contrario estoy muy agradecido de la solidaridad y el apoyo que he tenido de Carlos, no solo de las visitas y su voz de aliento, sino por lo que ha hecho desde afuera en medio de su realidad porque también es un perseguido político.

Rafael Martínez en el apartamento donde cumple su detención domiciliaria.

Ya cumplió un mes con detención domiciliaria. ¿Cómo ha sido estar privado de la libertad?

Inicialmente me tocó mudarme, yo vivía donde mi suegra, en una casa por la Avenida del Libertador, que no tiene las condiciones para que alguien como yo esté todo el día ahí recibiendo visitas. No quiero incomodar a mi suegra y a la familia de mi esposa con mi realidad jurídica, entonces decidí mudarme y arrendé un apartamento por el aeropuerto para por lo menos pasar estos dos meses en mejores condiciones de habitabilidad, poder tener lugares donde recibir gente y poder estar más en privado. A mí me detuvieron el 21 de marzo y me mudé para acá el 23.

¿Por qué lo arrendó por dos meses?

Porque lo que se estila en este tipo de decisiones de segunda instancia es que demoren dos meses o mes y medio, yo aspiro que mi situación esté resuelta en cualquier momento.

¿Cómo va el proceso?

Los abogados apelaron y estamos esperando que el juez en la segunda instancia obre en derecho y que revise jurídicamente. Es muy difícil y por eso denuncié penalmente al juez de garantías por prevaricato, yo no soy un peligro para la sociedad, no me he robado un peso, no celebré indebidamente el contrato, cuando escuchas celebración indebida de contrato enseguida suena a corrupción. La Fiscalía me acusa de haber celebrado el contrato sin la licencia de construcción y eso no es cierto. Yo adjudiqué y luego saqué la licencia como corresponde. Y mucho menos cometí peculado a favor de terceros porque el anticipo está invertido en la obra. Además eso está en juicio. A mí no tenían por qué sacarme porque si la Fiscalía está tan segura de su proceso que lleve el juicio y espere que un juez defina, analizando las pruebas y escuchando todas las partes, quiénes son culpables y quiénes no. Pero el afán era sacarnos de la Alcaldía. El juez es un prevaricador, pero de él se encarga Dios, el que obra mal le va mal, y el que obra bien, le va bien. Yo gracias a Dios he sentido, sobre todo en estas circunstancias, el cariño, el respaldo y el apoyo de la gente.

Ya casi cumple años. ¿Es cierto que no le gusta celebrar su cumpleaños?

No es que no me guste celebrar mi cumpleaños, lo que no me gusta alrededor del cumpleaños de los jefes es que no siempre las manifestaciones de cariño son sinceras y además se despierta un movimiento de querer darles regalos, fiestas y agasajos que obedecen más a un tema de subordinación que de corazón. Lo vi muchos años cuando les celebraban cumpleaños a mis jefes y si a mí me piden plata para el cumpleaños de mi jefe la doy porque es mi jefe o a menos que sea mi amigo la doy con cariño y sentimiento. Yo no estoy de acuerdo con que le pidan un peso a ninguno de mis subordinados para un cumpleaños. No me gusta desde que tengo dirección y mando en ningún espacio. Obviamente mi cumpleaños lo celebro con mi familia. Pero se generan una cantidad de regalos, de fiestas y comidas entre subordinados que obedecen más a la relación laboral, que a una relación personal. Yo te felicito porque te conozco, me agrada que cumplas años  y te quiero dar este detalle porque siento tu cumpleaños, si eso no se da es un tema donde el poder lleva a que la gente haga eso y no estoy de acuerdo con eso porque nosotros como funcionarios públicos, independientemente de la posición de poder, somos personas y los cargos son pasajeros. Yo no creo en la hipocresía del poder.

¿A usted lo ha cambiado el poder?

No, no me ha cambiado. Me ha servido muchísimo para madurar, he aprendido lo que no tienes idea. Estoy muy agradecido con Dios porque he aprendido lo bueno, lo malo, he madurado muchísimo en estos tres años, he hecho las paces con la realidad, porque una cosa son los ideales, los sueños, las aspiraciones, la forma cómo ves el ejercicio del poder y cómo debería sostenerse la gobernabilidad y otra son las realidades a las que te lleva el poder precisamente para poder hacer lo que tú quieres. Toca casi que tener una agenda paralela no evidente para poder hacer las transformaciones y realidades que tú quieres hacer, para las que la gente te elige. Pero no he cambiado en nada, yo sigo siendo yo y no veo la hora de terminar para poder andar sin escolta, poder estar tranquilo, para que mi vida personal deje de ser tan pública y poder irme a tomar una cerveza, caminar el parque, poder hacer lo que me gusta hacer.

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