“Mi nieta me pregunta por su madre y por su tío y no sé qué decirle”: Jair Romero

Con una camisa blanca y la foto de sus dos hijos, Jair Romero afronta el día a día de vaivenes entre abogados y el luto que permanece en su familia luego de la pérdida de sus dos hijos, María Camila y Lenoir Romero.

Los dos jóvenes de 18 y 17 años respectivamente, fueron víctimas del fatídico accidente que cobró la vida de seis personas el pasado 13 de septiembre, luego que un conductor borracho perdiera el control del vehículo y los arrollara.

Las imágenes de su muerte son dantescas, muchos cuerpos quedaron desmembrados, y si fueron impactantes las imágenes aún más el momento en el que en horas de la madrugada, le avisan al señor Jair que sus hijos habían sido atropellados y tuvo, tratando de pensar que no era cierto, ir a reconocerlos.

María Camila y Lenoir, eran dos de los cuatro hijos que había tenido el matrimonio entre Jair Romero y Yomaira Troncoso. Durante 21 años, a punta de amor y trabajo constante lograron sacar a una familia adelante, que hace dos años había recibido la llegada de un nuevo miembro: su primera nieta.

Camila Marcera era hija de María Camila Romero, quien pese a su maternidad a temprana edad, seguía con sus estudios y aspiraba a ingresar al programa de Enfermería. Mientras, en compañía de su pareja sentimental formaban un hogar para la pequeña, y colaboraban con las tareas de la casa familiar.

Por otra parte, Lenoir, quien cursaba octavo grado en el colegio Camilo Torres en Gaira, aspiraba un día a convertirse en abogado o desarrollar estudios en criminalística. Entretanto, disfrutaba con sus amigos y de bailar. Incluso llegó a hacer parte de un grupo de danza.

Tanta vitalidad y sueños juntos se vieron truncados ese fatídico lunes. Además de perder a dos de sus hijos, la pequeña Camila perdió a su madre. Su corta edad, sin embargo, no le permite entender la magnitud de esta partida, aunque la llora, la sigue llorando y la pregunta todo el tiempo.

“La niña pregunta por su madre y su tío y me quedo sin qué decirle. A veces le digo que ya ella viene, y le compro un dulce o un yogurt para que se le pase. Pero no sé qué decirle” dice entre lágrimas Jair Romero.

Y es que la tragedia para la familia Romero- Troncoso no acabó el día que enterraron a sus seres queridos, en cambio, se intensifica cada día que sienten la ausencia de sus seres queridos.

“Un día normal en mi casa era de felicidad, de pura alegría. Yo todo el tiempo estaba con mis hijos, María Camila, aunque vivía aparte, todas las mañanas me escribía un mensaje de buenos días y pues ya no está” relata el padre.

A esta ausencia y al doloroso proceso de aceptar la muerte de sus hijos, se le suma un mediático y complicado proceso judicial donde los familiares de las víctimas piden la máxima condena de cárcel para Enrique Vives Caballero, el conductor que habría producido el accidente; y por otra parte, una defensa robusta que busca una pena mínima y que incluso, según Jair Romero, alcanza a intimidar debido al factor económico que tendrían a su favor.

Este aspecto, aunque se ha abordado muy someramente es necesario destacar. Por un lado, el presunto victimario cuenta con un buen estatus económico, producto de su trabajo al frente de varias empresas samarias; y por el otro lado, está la realidad de una familia trabajadora que prácticamente vive del rebusque, y que aún así han tenido que buscar abogados, que realizar diligencias para dar la batalla en un proceso que encara una tragedia múltiple.

“Yo soy mesero en El Rodadero, por eso lo que gano es por comisiones, no tengo un sueldo fijo y mi esposa trabaja cuando le sale alguna oportunidad” dice Jair Romero; confirmando además que en medio de esta tragedia, poco ha sido el trabajo que han podido desempeñar.

Él por su parte está al frente de todo el proceso judicial en contra de Vives Caballero, y su esposa, está en casa, con una afectación psicológica mayor que aún no le permite procesar del todo la muerte de sus dos hijos.

En medio de un panorama nada esperanzador, son los hijos que aún viven y “la nieta que le dejó María Camila” el motivo para seguir viviendo de estos padres, que un día vieron salir a sus hijos sin saber que no regresarían.