Bitácora de la doble moral de Tarzán

Fueron los Simios, exactamente los Mangani, parecidos a los Gorilas quienes lo bautizaron como Tarzán, que significa Piel Blanca y lo criaron bajo su carácter y habilidades en una inigualable escuela de aprendizaje.

Su creador hace 100 años Edgar Rice Burroughs encarna en este personaje ficticio el liderazgo en medio de la propia selva que ya tenía sus propios líderes que por tamaño y especie hacían respetar su territorio.

Pero Tarzán fue un damnificado de la violencia, por el mitin  ocurrido en la embarcación donde viajaba con su familia aristocrática escocesa y fue a parar a la selva africana. Estaba tan desamparado e indefenso que la propia sociedad de la selva produjo un estado de solidaridad quienes se encargaron de criarlo, cuidarlo, amamantarlo; mientras él aprendía y aprendía solo escuchando a sus protectores.

Luego de aprender el salvaje lenguaje de la selva empezó a ocupar algunos cargos sin haber siquiera terminado su proceso académico. Pero eso era lo de menos, la selva estaba de su lado. Entonces descubrió que podía mandar, al hacerlo descubrió que obtenía poder y seguidores en una campaña populista a la que nadie miraba con preocupación al fin y al cabo era Tarzán un hijo más del pueblo que podía soltársele y recogerle la pita cuando los orangutanes lo decidieran.

Pero cuando te acostumbras a mandar y vivir con poder, pierdes con facilidad el horizonte. Tarzán pasó de ser el amigo popular del gran combo de cotorros, micos, patos, leones, tigres y tigrillos, a ser el vocero de la sociedad. Poco a poco ya no hablaba con ellos, no los consultaba, se dedicó solamente a dar instrucciones.

Fue entonces cuando los jerarcas de la aldea decidieron hacerle sentir que su cargo era protocolario. No era que mandaba porque tenía algún poder especial, sino que por el cariño ganado ante su historia de vida, a los leones y micos les daba la gana de hacer lo que decía.

Una cuestión más de inercia colaborativa que de convicción política de la selva. Pero llegó el momento en el cual Tarzán necesitaba la aprobación de la mayoría. Había que hacer varias cosas y sin la aprobación de ellos nada podía lograrse. Descubrió que no era dueño de nada y estaba sujeto a las decisiones de los otros integrantes de la selva.

El Gusano de seda le dijo, “Tarzán, ve y habla con ellos. Deja el orgullo y la grosería. Todos ellos son más groseros que tú. No olvides que caíste en este lugar por un accidente, pero no perteneces a esta selva”.

Tarzán bajó su cabeza y miró al gusano de seda y le respondió: ¿Qué es hablar?

El Gusano sacó su celular inteligente abrió Google y le dijo:”

Definición de Hablar: Es conocer sus opiniones sin perjudicar o beneficiar a alguien dando juicios de valor a los hechos que se están tratando; ya que esto implica que se empiecen a tener disparidades a causa del enjuiciamiento hecho entre el emisor y el receptor”.

Tarzán le dijo al Gusano de Seda: Entonces nunca lo he hecho. ¿Qué consideras debo hacer?

Envíale un emisario, dijo el Gusano.

- Yerda, ¿qué es eso?

- Mijo tas grave, Tarzán, un emisario es un mandadero, un peón, un alcahuete, al que tú puedes pedirle que te barra el patio de tu casa hasta que te busque un chicharrón en Chonchi”.

- ¿Tienes a alguien en especial?, preguntó el Gusano.

- Sí, solo que debo pedirle permiso a Blanca Nieves, porque es uno de sus enanitos. Respondió Tarzán.

Y es así, como el enanito sirvió de mensajero. Uno a uno fue dialogando con cada miembro de la selva.

El León dijo no.

El Elefante dijo No

El Orangután dio su voto negativo a hablar con Tarzán.

La Jirafa dijo No

La Ardilla dijo No

Los micos aulladores dijeron No

Los Rinocerontes se negaron y para de contar.

¿Pero esa masiva votación negativa fue el resultado de qué? Hay varias reflexiones. Tarzán siempre mostró que gobernaba solo. Eso le quitó visión colectiva de dialogo al punto que no aprendió a hablar. Cuando se requirió de esa herramienta civilizada no supo usarla porque la desconoce, esa es la razón que siempre sus conflictos los resolvió de manera violenta. Física muñequera  verbal, porque pelea siempre con la lengua.

Pero hubo algo que quedó al descubierto en este escenario de poder. Fue la doble moral de Tarzán: Cuando decidió enviar al enano de Blanca Nieves a negociar la administración de la selva. Entre otras cosas, le debe esa comisión a Blanca Nieves, dejó al descubierto su discurso moral mentiroso, terminó convenciéndolos a todos que estaban ante un bandido desagradecido e ingrato, capaz de negociar lo innegociable con tal de mantener su máscara de mentiras. Un bandido sin códigos de honor.

Al ponerle precio al discurso sostenido en la defensa moral de la selva, evidenció quién es realmente como líder.  Eso fue lo que en el fondo marcó la gran diferencia del momento histórico de Tarzán con su pérdida de gobierno en lo que pudo ser su casa permanente. Desvalorizó la propuesta que el enano transmitió.

Hoy el decir en la selva es. Si te consideras bandido, negocia como bandido, eso evitará intermediarios que siempre buscarán una ñapa por el mandado hacer. La originalidad de los estados de los seres humanos son los que al final los conducen al éxito o al fracaso. Pero nada como un bandido sin originalidad, pues al final, no pertenece a ninguna sociedad, razón por la cual, queda sin respaldo.

Esta opinión en tiempo imaginario que han leído, puede ir en paralelo con alguna de las historias que se presentan en los cotidianos de las actuales sociedades. Considérenlo meramente casualidad…