Así fue la salida de Caicedo y Martínez del Edificio Galaxia

Caicedo y Martínez descendieron hasta el lobby del edificio Galaxia. Ahí, se detuvieron por unos minutos para que los fotografos sacaran las imagenes que van a ser portada en los diarios de mañana. Rafael, con la frente empapada en sudor, miraba, como si estuviera pensando en todo y en nada a la vez, a Carlos posar con la bandera de Colombia y de su partido Fuerza Ciudadana.

 Al otro lado de la puerta de cristal, la misma multitud que estuvo apoyandolos desde el martes con arengas,pancartas y lagrimas, organizaba un pasillo de honor para recibirlos como héroes cuando por fin volvieran a cruzar la línea divisoria de la libertad. Gritaban y se empujaban entre sí mientras insultaban a algunos periodistas que según ellos siempre distorsionan la realidad.Querían ver a sus hombres del cambio lo más cerca posible, tocarlos y recordarles que el mundo exterior les pertenece solo a los justos...

A pesar de ello, se veían cansados y circunspectos. Ya habían hablado con la prensa acumulada frente a ellos que seguramente añadió más y más preguntas al listado que tuvieron que responder durante la audiencia que duró dos días.
Al salir, el mundo estalló en ruidos y emociones desbordadas que pusieron en aprietos al diminuto esquema de seguridad del precandidato presidencial y el suspendido alcalde. Se abrían paso elevando al aire sus puños apretados y subiendo y bajando la vista como quien no soporta por un rato prolongado el contacto visual de alguien que te examina incomodamente. 

Martínez fue conducido hasta una camioneta plateada de vidrios tan oscuros, que, cuando ingresó, pareció como si hubiera desaparecido para siempre en el asiento trasero del vehículo. Curiosos se pegaban a los espejos para tratar de verlo, pero nunca lo consiguieron. El carro se puso en marcha y se esfumó del horizonte cuando cruzó por una calle a la izquierda que lo llevaría a algún lugar distante de lo que atrás quedaba.

Entonces, contentos al verlo irse, la gente dio media vuelta para escuchar a Caicedo hablar desde el segundo piso del edificio Galaxia. Había subido mientras Martínez se marchaba en su carro gris. La voz de Caicedo se escuchaba desde un altavoz improvisado que fue colocado en la parte trasera de una camioneta con estaca. Se quejaba de lo sucedido, familias e instituciones del país. Sin embargo, por primera vez, se veía feliz. A los que lo escuchaban, les decía que sí hay futuro y les daba las gracias totales por acompañarlos hasta el final. Desde la calle la gente lo aplaudía y entobana canciones para él... No había duda, Caicedo estaba de vuelta.