“El sectarismo de Caicedo ha preferido un culto a la personalidad”: Colombia Humana se despacha

La fractura del movimiento Fuerza Ciudadana, ha sido una realidad a la que han tenido hacerle frente en el último año.

Hoy, lo que fue una de las corrientes políticas más importantes del Magdalena, presentó una candidatura a las elecciones atípicas de la Gobernación del Magdalena, con el aval del Partido Ecologista Colombiano y el Partido        Comunes (Ex Farc), ante la imposibilidad de recoger firmas.

Sin embargo, Fuerza no solo se enfrenta a su ruptura interna, sino también las disputas contra colectividades de izquierda en el departamento.

Tal es el caso de Colombia Humana, que a través de un comunicado no solo confirmaron su apoyo a la candidatura de Rafael Noya a la administración departamental, sino que también arremetieron en contra de Carlos Caicedo y su movimiento político.

En primera instancia, Colombia Humana hizo referencia al agudizamiento de las condiciones de pobreza en el territorio.

Señalando que es el resultado de “décadas de saqueo sistemático de los dineros público, una desacertada y errática planificación, una burocratización que raya con el nepotismo y, últimamente, la existencia de un modelo de gobierno regional autoritario, personalísimo y narcisista en cabeza de Fuerza Ciudadana y su presidente Carlos Caicedo Omar”.

Y  bajo estas duras acusaciones, denuncian una ruptura en la articulación entre el gobierno departamental y el gobierno nacional, responsabilizando al exgobernador Carlos Caicedo.

“El sectarismo político de Caicedo Omar ha preferido el culto a la personalidad, a abrir un diálogo fluido, permanente y propositivo con el gobierno nacional del presidente Gustavo Petro. Este hecho ha conducido a aislar al territorio de la inversión pública del Estado central”, lo que según su pronunciamiento “ha complejizado la situación de pobreza en el Magdalena”.

En este sentido, además de dejar claro un distanciamiento con Fuerza Ciudadana, aseguraron que la apuesta por Noya García permitirá “un diálogo y una concertación entre los actores del ecosistema político local y regional acerca de resolver los principales problemas que aquejan al territorio”, calificándolo como “una salida ingeniosa, ética y política para afrontar con realismo el desastre que nos deja como herencia el caicedismo”.