El médico que enamora con su acordeón a los indígenas de la Sierra Nevada


Es hijo de Amado Villafañe, líder indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta. Y es precisamente de allí dónde viene ese amor por esta comunidad. A su corta edad, José Villafañe sólo piensa en ayudar a los demás, especialmente a los indígenas de la Sierra, quienes han sido sus grandes maestros, le han enseñado a ver la vida de otra manera y a creer en la medicina tradicional.
Su historia se remonta a unos años atrás, cuando estaba en séptimo semestre. Villafañe cuenta que su padre siempre le contó grandes historias de los indígenas y le enseñó a amar y cuidar esta comunidad; pese a que se crío al lado de su madre, alejado de las tradiciones y las costumbres ancestrales, siempre tuvo claro que una vez terminara su carrera se dedicaría a trabajar en todo el territorio de la Sierra Nevada, que comprende los tres departamentos La Guajira, Cesar y Magdalena, donde se atienden comunidades que corresponden a la etnia Kogui, Arhuaca y Wiwa.
Viajes a la Sierra
Es por ello que antes de culminar sus estudios de medicina en la Universidad del Magdalena empezó a viajar a la Sierra; quería conocerlos, saber cómo vivían, en qué creían, qué comían, cómo se comportaban y, lo más importante, saber cómo ganarse su confianza.
“Comencé a viajar con el equipo de trabajo de Gonawindua Tayrona para poder explorar como era el campo de la salud desde adentro del territorio indígena, me pareció llamativo cómo se trabajaba, las formas de ver la vida, quizás muchos imaginan que no hay tantos recursos pero si los hay, sin embargo, es difícil suplir todas las necesidades porque uno se desplaza con insumos que son de primer nivel, pero ya lo que compete al segundo nivel, que son las especializaciones, ya lo que es una UCI, herramientas básicas, laboratorios, pruebas inmunológicas pues no lo hay, entonces toca uno como en ese tiempo explorar otros campos”, expresó Villafañe.
Debido a esta necesidad, José tuvo que dejar de lado, en algunos casos, la medicina alopática para practicar la medicina alternativa, utilizando todo lo relacionado con la apicultura china y almena. “Esto me ayudó a conocer otros métodos de sanación más acoplados a la naturaleza, porque por más que sea el uso de los fármacos contamina y cuando uno no los usa de la mejor manera eso te afecta”.
Señaló que una de las cosas que más le llama la atención de su trabajo con esta comunidad es ver cómo los indígenas responden rápidamente a los tratamientos médicos y es precisamente porque ellos no han abusado del uso de medicamentos, ya que durante años se han limitado al consumo de plantas, tienen una alimentación mucho más sana de alguien que vive en la ciudad, además del aire puro que respiran.
José Villa, como es conocido en el mundo artístico, comparte su pasión por los indígenas con la música. Es acordeonero y junto a Rafael Roncallo tienen una agrupación musical.
Cuenta que con las notas de su acordeón empezó a ganarse el corazón y la confianza de los indígenas, especialmente la de los niños, quienes cuando lo veían llegar lo miraban raro, pues no era normal ver a un hombre con el cabello corto y vestido de esa manera.
“Los que percibía de ellos en las primeras brigadas era mucho miedo, temerosos, pero en el momento en que empiezo a usar la música ancestral que viene de los Villafañe como lo es el chicote, es una música que es reconocida al oído por muchos años, entonces llevarlo a la Sierra fue un método muy interesante porque me permitió no solo con los ancianos, sino especialmente con los niños a tener una conexión, entonces ya al repetir una brigada ellos estaban más tranquilos porque era el médico que llevaba al acordeón y eso me permitió generar un lazo con ellos”, contó Villafañe.
Espíritu, mente y cuerpo
Una de las cosas que más le ha gustado a José Villafañe de trabajar con esta comunidad es la oportunidad que le han brindado de ver la medicina desde un punto de vista tridimensional (espíritu, mente, cuerpo) enfocado en lo espiritual.
“Uno alcanza a ver casos que aparentemente no se resuelven, donde la persona está al borde de la muerte y al pasar las horas, días, encontramos un paciente totalmente sano”. Señala que fusionar la medicina tradicional con la alternativa ha sido sorprendente y que esto le ha permitido ser testigo de casos sorprendentes.
“Todo esto ha sido inspiración a partir de los métodos de sanación que me han enseñado los mamos de la Sierra”.
Uno de los que él práctica, traducido a la lengua española, se llama ‘pensamiento-espíritu’. “Los mamos te enseñan que todo lo atraes con el pensamiento y siempre para materializar algo, primero tú lo atraes con la mente, el espíritu, es decir, en el momento en que uno va a preparar un medicamento primero se le deposita un voto de fe con el pensamiento de que es algo positivo, esto te puede desencadenar un efecto positivo, si tú tienes empatía y entiendes lo que es estar en los zapatos del paciente”.
Asegura que, para ello, es necesario que tengas la capacidad y sensibilidad para conectarte con el indígena; no puedes estar lleno de afán, sino por el contrario comprensible, siendo una voz de aliento y esperanza para tu paciente.
“En el momento en que alma y espíritu se conecta tu materializas todo tipo de pasamiento, es por eso que debemos ir de paso en paso, pues esos métodos de sanación son muy especiales, pero dependen también de lo que tú haces a diario”.
Alejarse de la tecnología
Para lograr todo esto, el médico Villafañe ha tenido que pasar hasta 25 días en la Sierra Nevada de Santa Marta, alejado de la tecnología y viviendo bajo las condiciones de los indígenas. “Estar disperso de la tecnología, de todo lo que corresponde al sector urbano, todo lo que es la música, el mundo; eso a uno le permite explorar otras cosas, un buen amanecer, el compartir una buena comida con contacto visual, sin mirar el teléfono, compartiendo como de verdad se debe compartir, el buscar la leña para preparar los alimentos, el caminar, el paisaje, el dormir temprano porque no hay luz, entonces hay muchas cosas que por la naturalidad del entorno en que uno está se empiezan a regular y los ojos espirituales se abren, porque todo lo que está a tu alrededor incluyendo los indígenas que son muy puros dentro de su manera de ser, hablo exactamente de los que están arriba y nunca han bajado, que no saben ni siquiera que es una bicicleta son de los que más uno aprende porque mantienen su pureza”, relata.
La música y medicina
En la actualidad, José Villfañe trabaja toda la semana en la casa de paso de los indígenas ubicada en el barrio Los Almendros de Santa Marta, allí atienden a los pacientes que por diferentes razones médicas tuvieron que venirse a la capital para ser atendidos, o que en algunos casos ya residen en esta zona. En esta casa se brinda la atención de medicina general, vacunación y odontología.
Seguimiento.co conversó con el médico en esta casa y pudimos ser testigos de la naturalidad con la que se relaciona con las personas que temporalmente llegan a ese lugar.
Sobre la música, nos contó que aún sigue usando el acordeón, que tanto niños como jóvenes, adultos y ancianos disfrutan de este espacio donde la medicina y la música se unen para brindar un servicio diferente, como ellos se lo merecen.
Además, durante los fines de semana asisten a diferentes conciertos con su compañero Rafael Roncallo, con quien le ha ido muy bien. “Estamos muy contentos porque la agrupación ha gustado mucho, hemos recibido buenos comentarios y estamos ya en la grabación de nuestro trabajo musical en los estudios de Rolando Ochoa”.
Para Villafañe, la música y la medicina lo es todo. Nunca ha pensado en abandonar alguna de las dos, sino por el contrario unir sus dos pasiones para curar con la notas de un buen acordeón y la medicina alternativa con la convencional.
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