Los jóvenes tienen que ser primero

El país ha sido testigo de los cambios culturales que ha tenido el sistema político que nos permea. Hoy existe una ciudadanía empoderada que cuenta además, con herramientas tecnológicas que les permiten no solo estar mejor informada si no, además, ejercer pensamiento crítico.

Dentro de esa nueva ciudadanía, sin duda los jóvenes han Sido abanderados de los procesos de cambio, una juventud que ha sido capaz de organizar la acción colectiva para exigirle a los gobiernos una agenda joven como prioridad en la ejecución de sus presupuestos en búsqueda del bienestar de todos.

La realidad actual nos ha mostrado que la inversión social debe garantizar el acceso a la universidad pública, gratuita y de calidad, el uso de herramientas tecnológicas, así como el acceso a internet, el fortalecimiento de la alimentación y el transporte escolar en la lucha contra la deserción; la excelencia y formación docente, el cambio de entornos barriales y la lucha contra las drogas; la atención psicológica y la formación de padres de familia, el capital semilla y el fortalecimiento de emprendimientos, el buen uso del tiempo libre y la garantía de escenarios deportivos.

Pero no puede haber cambios sin definir el cómo hacerlo, por ello el despliegue de acciones aisladas sin seguir algún plan que defina los procedimientos, momentos y recursos para alcanzar las metas y determine el movimiento positivo de indicadores conlleva a que en algún momento se abandonen esas acciones que no están agendadas en un esquema de política pública. Pese a ello, en Colombia más de 1.000 municipios se ubican en categoría 5 y 6, confluyen en un mismo punto de coincidencia, la ausencia de documentos técnicos y políticas públicas que obligue a las administraciones a seguir el derrotero de dicho instrumento de planeación.

Todo lo anterior, ¿cómo se organiza en los territorios locales que cuentan con una inmensa debilidad institucional y administrativa? Pues bien, es ahí donde se evidencia la necesidad de construir en primera medida una política pública de juventudes territorial, construida en los barrios donde los jóvenes padecen la ausencia del estado, construida con las instituciones educativas y con los diferentes gremios de los municipios.

Esa política pública termina siendo un documento elevado a rango normativo aprobado como acuerdo por los concejos municipales, lo cual lo hace de cumplimiento obligatorio. Dicha política pública contiene la radiografía de la realidad de las Juventudes en los territorios y la hoja de ruta a seguir durante los próximos 10 años para acabar sus flagelos y problemáticas mediante ejes, programas, proyectos e inversión social.

Si no existe política pública de juventudes en los municipios no se podrá tener esperanza de cambio en sus vidas.

Como segunda medida, la garantía de espacios de discusión de los jóvenes en donde puedan impulsarse los programas de la política pública y donde puedan abrirse discusiones permanentes sobre sus realidades.

Y como tercer lugar, el acompañamiento del estado para la organización de las Juventudes y todas sus instancias de participación para garantizar la inclusión y su voz crítica.

En la región Caribe pocos municipios están en este camino señalado. Uno de ellos es el municipio de Plato Magdalena, que se ha convertido en un referente nacional y causando eco, por estar enrutado en la búsqueda de las garantías de derechos.

Plato es el único municipio del Magdalena que cuenta con una política pública de Juventudes, no adoptada, sino construida por sus jóvenes en los barrios y corregimientos. Fue aprobada por el concejo municipal por el acuerdo 012 de fecha 10 de septiembre de 2021, y hoy se encuentra en la etapa de implementación.

Plato, además, es el único municipio de departamento que tiene casa de juventudes como esa instancia de atención permanente a los jóvenes. Cuenta con una oficina de atención psicosocial, con un recinto para el consejo de juventudes (el único del Magdalena), con la escuela de liderazgo Joven donde se dictan talleres permanentes, con espacios para las escuelas de danza, técnica vocal e instrumentos musicales, entre otros.

Crear el sistema municipal de Juventudes será el siguiente paso, que es una instancia donde estarán todas las organizaciones jóvenes que podrán exigirle a los alcaldes el cumplimiento de los programas que contiene la política pública de Juventudes.

En la medida que los municipios tengan documentos técnicos que muestren el camino a seguir como lo son las políticas públicas, y que además, tengan espacios de discusión permanente con un sistema municipal de jóvenes organizados, se tendrán las bases para ganarle la batalla a todos los problemas que afectan las Juventudes de este País.