¿Qué se gana y qué se pierde con el Eduardo Santos siendo un patrimonio?

En marzo de 2017, justo cuando la Alcaldía de Santa Marta corría a contrarreloj para terminar los escenarios deportivos de cara a los Juegos Bolivarianos, una iniciativa parlamentaria -de esas que jamás se ven por parte de nuestros congresistas- irrumpió en los titulares de prensa locales.
El representante a la Cámara Jaime Serrano había decidido radicar ante el Congreso un proyecto de Ley para declarar el estadio Eduardo Santos como un patrimonio histórico y deportivo de la nación.
Evidentemente la noticia se volvió política y, en su momento, generó un remezón, entre otras, porque la Alcaldía de Santa Marta se mantenía en la idea -que aún sostiene- de que el Eduardo Santos solo servía para ser demolido, razón por la cual -sustentados en unos estudios que defendían la idea- el Distrito decidió que era mejor construir el nuevo estadio Sierra Nevada en una locación distinta.
No obstante, la intención de buscar que el Eduardo Santos se convirtiera en patrimonio mandaba el mensaje político: ¡El Eduardo Santos se queda! Y detrás de esta idea hubo algunos respaldos, como el de la gobernadora Rosa Cotes, que, en su momento, entró en la discusión contra la postura del alcalde.
Pero el tiempo pasó, los Juegos Bolivarianos se hicieron, y todo fue olvidado, hasta hace pocos días, cuando la plenaria de la Cámara de Representantes le dio el último espaldarazo legislativo a un proyecto de Ley que solo está a esperas de la firma para la sanción presidencial. El Eduardo Santos está a punto de recibir una amnistía que lo aleje del olvido.
Lo que se gana
Lo primero que hay que reconocer es que, una vez que sea Ley, el Eduardo Santos no solo será un patrimonio de nombre. Esta honorífica inclusión en el listado de patrimonios de la nación hace que se garanticen los recursos para su recuperación y sostenimiento.
Los recursos, si nos apegamos a la Ley, no vendrían del distrito, sino de el “Gobierno Nacional, las personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, los recursos provenientes de la explotación económica y de los activos del inmueble, y los demás activos recibidos para el desarrollo de sus funciones”, así lo dice la Ley.
De los recursos enunciados, el único seguro es que se aseguran recursos de la nación que deben quedar incorporados en el presupuesto general, y que terminará en un fondo denominado Fondo Cuenta para la Promoción y Conservación del Estadio Eduardo Santos, la cual manejará Coldeportes.
En cuanto las otras fuentes de ingreso quedan algunas dudas: ¿donaciones de personas o empresas? ¿recursos de la explotación económica? Preocuparía saber, por ejemplo, en dónde jugaría el Unión Magdalena. Pues en donde juegue es donde se producirán los recursos.
Otro punto que se gana es que el estadio Eduardo Santos y la Estatua del Pibe Valderrama (convertida ya en sitio obligado para los turistas) no quedarán en el olvido. Un monumento erigido como el Eduardo Santos quedaría en pie para recordarnos que de sus entrañas nacieron glorias como el Pibe Valderrama, Radamel Falcao, sin olvidar viejas glorias como el legendario Carlos Arango. La lista es larga y nostálgica.
Lo que se pierde
Pero en medio de estos desenlaces productos de ires y venires políticos no todo es lo que se gana. También se pierde. En este caso, se pierden los planes que el alcalde Martínez tenía para este espacio: echar abajo el viejo estadio y construir, en este mismo sitio, el primer gran centro de convenciones para la ciudad de Santa Marta.
Se trataba de una gran arena de eventos que le compitiera a los grandes centros de convenciones que ya tienen Barranquilla y Cartagena. De no hacerse un gran proyecto como el planeado, La brecha entre estas tres ciudades del Caribe se seguiría ampliando. Y la ubicación del Eduardo Santos hubiera sido perfecta para construirla.
De momento, a falta de un estadio, todo parece indicar que los samarios terminaremos con dos: el nuevo y el viejo totalmente remodelado.
En medio de este panorama, queda la preocupación que, durante la rendición de cuentas, asaltó al alcalde Martínez. “Criticaban un estadio de 18 mil espectadores y no lo he visto lleno ni a la mitad”. ¿Cómo se llenarán los dos estadios ahora?
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