El diablo decidió tener su propia casa en el Magdalena

En Ciénaga hay una mansión que está sumida en las ruinas pero que siempre ha generado una poderosa atracción. Propios y extraños no pueden evitar preguntarse qué hay allí y a quién perteneció. Es una vieja casa que sigue enclavada en el corazón del pueblo, pero también en la mente de muchos por el temor que inspira. 

Es la conocida casa del Diablo. Ubicada en la esquina de la antigua calle Valledupar con el callejón Bucaramanga, en la actual calle 15 con carrera 13 de Ciénaga, la vivienda -conocida como Mansión Manuelita- fue ocupada desde principios hasta mediados del siglo XX por un próspero comerciante llamado Manuel Varela. Don Manuel, que emprendió diversos negocios de cultivo de banano y que -incluso- llegó a tener participación en proyectos de vía férrea, vive en el imaginario colectivo de muchos cienagueros como un hombre que tuvo pactos con el Diablo. Y que, fruto de esos 'acuerdos', tenía asegurada su prosperidad. 

La leyenda popular cuenta que en ese lugar ocurrían actos demoniacos. La presencia del demonio, según las historias, era esporádica para recordar el compromiso de Varela. Al parecer, el hacendado debía entregar un alma cada cierto tiempo para pagar el adeudo con Belcebú. 

La aparición del cadáver de una niña de 13 años en uno de los predios de Varela y el hecho que cada año muriera un bachiller de la Institución Educativa San Juan del Córdoba (ubicado en terrenos donados por Varela) acrecentó la fama que ese lugar tiene entre propios y foráneos. 

Varela falleció en la década del 50 luego de una cruenta crisis del sector bananero. Su vivienda, abandonada, se convirtió en monumento nacional en 1998. Aunque el tiempo ha pasado sobre la vivienda, la inquietud todavía se genera en ese lugar. Los relatos indican que, en algunos momentos, se han escuchado ruidos extraños acompañados de un fuerte olor a azufre. 

Otros menos imaginativos consideran ilógica la leyenda y sostienen que se desestima el legado de Varela como un benefactor de la población. También el hecho que era considerado como un hombre que dedicó su existencia al trabajo duro.