Los líos de Eduardo Dávila

El 27 de julio de 2012 se conoció el desenlace de un chaparrón que se veía venir contra el otrora intachable empresario samario Eduardo Dávila Armenta, querido por muchos y enemigo de otros. El juzgado primero especializado de Medellín condenó a 34 años de prisión al exdirectivo del Unión Magdalena al encontrarlo responsable como determinador del asesinato de Carmen Vergara Díaz-Granados, ocurrido el 18 de enero de 2007 en la vía al Rodadero.

Esta es la reconstrucción de los hechos han llevado a Eduardo Dávila a enfrentarse en los estrados judiciales. Una reconstrucción que no busca otra cosa que mantener viva la memoria histórica de los samarios.

Años 70, la bonanza marimbera

Fabio Castillo, autor de ‘Los Jinetes de la Cocaína’, escribió literalmente que en 1972 empezó a trascender a la prensa la historia de unos señores costeños, medio exóticos, que hacían pública ostentación de grandes capitales que, según explicaban ellos mismos, provenían de la venta de una yerba que, para la idiosincrasia colombiana, sólo se fumaba en el festival de Woodstock: la marihuana.

“En esta primera etapa, la marihuana era controlada por clanes como los Dávila Armenta (Raúl, Eduardo Enrique y Pedro) y Raúl Dávila Jimeno, en el Magdalena, es decir, aquellos poseedores de un capital importante de base. La compra de un cargamento de la yerba y el alquiler de un barco para su transporte, no estaban ciertamente al alcance de cualquier empleado”, relata en el polémico libro.

Un juez de Tallahasse, Florida, libró orden de captura por traficó de marihuana desde 1977 contra Eduardo Enrique Dávila Armenta. El 22 de agosto de 1979, un juez de Tampa, Florida, dictó otra orden de captura en su contra, identificada como 73 -105-CTH. Un juez de Italia también dispuso su detención por el mismo delito. Existen vagos registros de prensa que darían cuenta que Eduardo Dávila pagó una condena en los Estados Unidos por narcotráfico.

1994, la caleta de Villa Concha

Eduardo Dávila fue dirigente del Unión Magdalena por más de 20 años.

Era el 16 de abril de 1994, El sol de las 4:00 p.m. en Santa Marta se preparaba para ocultarse en el horizonte, detrás del morro. En el estadio Eduardo Santos, el Deportivo Samario disputaba un partido sin gloria de la segunda división contra el Real Cartagena. Eduardo Dávila, dirigente del equipo en ese entonces, presenciaba el partido, aunque no terminó de verlo. Ocho hombres del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía Regional llegaron en dos camionetas y lo detuvieron.

Dávila era requerido en Barranquilla para rendir indagatoria ante un juez sin rostro por la aparición de un cargamento de marihuana -1.900 kilos prensados, empacados en cajas y listos para su exportación- que fue hallado en una cabaña de su propiedad ubicada en Villa Concha tres semanas antes de ese episodio, el 22 de marzo del 94. Dávila no opuso resistencia.

En ese entonces, tenía la firme convicción de demostrar que su caso era un montaje orquestado por funcionarios de la Fiscalía, pero no fue así: En el año 97, el extinto Tribunal Nacional confirmó su condena, así como también la Corte Suprema de Justicia en el año 2001. Dávila Armenta pagó 10 años de prisión y parte de la sociedad urbanizadora Villa Concha fue sometida a extinción de dominio.

En el 2001, con Dávila en libertad condicional y a un mes de purgar su condena, el país se libró de un gol que, con apoyo del Congreso, se pretendía lograr.

Exactamente el 19 de junio, la Cámara de Representantes iba a darle el visto bueno al artículo de una ley que hubiese permitido el desarrollo de proyectos portuarios y turísticos en los parques naturales del país, lo cual le hubiera dejado la vía libre a Dávila para convertirse en socio de un plan para levantar un puerto en los predios de su propiedad, en el mismo lugar donde 10 años atrás le habían encontrado la caleta.

El ponente de dicha iniciativa era el samario Joaquín José Vives, congresista en esa época, y quien ocupa hoy el cargo de magistrado del Consejo Nacional Electoral. “Siempre hay ganadores y perdedores en este tipo de proyectos”, decía en ese entonces Vives Pérez. Sin duda, Dávila iba a ser un ganador, como lo tituló El Tiempo en su momento. Gracias a los medios de comunicación, el proyecto se cayó.

Los presuntos nexos con Hernán Giraldo

Hernán Giraldo vinculó a Eduardo Dávila al proceso de supuestos nexos con paramilitares.

En febrero de 2009, La Fiscalía 25 Antiterrorismo se tomó Santa Marta. La orden era capturar a Eduardo Dávila, Ulilo Acevedo (dueño y director del Hoy Diario del Magdalena); y a los políticos Romualdo Macías, Euclides Gómez Forero y Guillermo Rueda. Todos debían responder por presuntos nexos con paramilitares del Magdalena.

En su declaración ante una fiscal de Justicia y Paz para esclarecer la participación del exgobernador José Domingo Dávila Armenta (hermano de Eduardo) con paramilitares, Hernán Giraldo vinculó también a Eduardo Dávila, diciendo que había participado en varias reuniones con el Bloque Resistencia Tayrona de las desaparecidas AUC.

Dávila se entregó dos semanas después, el 9 de marzo de 2009, con el fin de rendir indagatoria frente a las sindicaciones en su contra. El 5 de mayo de 2011, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia ordenó el traslado de este proceso del distrito judicial de Santa Marta hacia la ciudad de Medellín, con el propósito de evitar posibles influencias, como ya se había previsto en el caso de la Nena Vergara. 

El crimen de la ‘Nena’ Vergara

Poco después de entregarse a las autoridades para responder a la acusación en su contra por supuestos nexos paramilitares, a Dávila le tocó afrontar un nuevo caso que ya lo venía atormentando desde hace un tiempo: el crimen de Carmen Vergara Díaz-Granados.

La ‘Nena’ Vergara era quien le manejaba las finanzas a María del Pilar Espinosa, viuda de Jorge Gnecco Cerchar, asesinado en el año 2001 por paramilitares al mando de Jorge 40.

Después de la muerte de Gnecco, Eduardo Dávila, que era su compadre, inició una relación amorosa con la viuda.

Con el tiempo se conoció que Vergara convenció a su amiga María del Pilar para que se alejara de Eduardo Dávila, lo cual hizo yéndose para el exterior. La ‘Nena’ Vergara se quedó en Colombia manejándole los negocios a su amiga.

En esos años, la Nena Vergara se salvó de un atentado, por el cual acusó directamente a Eduardo Dávila. La familia Gnecco la protegió prestándole un carro blindado, con el cual se movilizaba.

Pero en el año 2006, María del Pilar Espinosa regresó al país para recuperar sus negocios. En la ciudad se hablaba de una nueva relación con Eduardo Dávila. No pasó mucho tiempo, cuando el 18 de enero de 2007, Vergara fue asesinada cuando transitaba por la vía que conduce al rodadero. La Nena Vergara ya no conducía la camioneta blindada, puesto que María del Pilar se la había pedido de regreso.

El primero de abril de 2009, poco menos de un mes luego de que se había presentado por el proceso por nexos con paramilitares, Eduardo Dávila fue notificado en la cárcel La Picota de Bogotá, sobre la medida de aseguramiento sin beneficio de excarcelación.

Este proceso, que en un principio se venía desarrollando en Santa Marta, fue trasladado a un juzgado Medellín por falta de garantías, donde finalmente fue fallado en contra de Dávila, quien deberá pagar 34 años de cárcel y dos meses de prisión por homicidio.

Esta reconstrucción resume la mala vida que ha tenido que pasar Eduardo Dávila en las últimas décadas de sus 60 años de vida que, más allá que afectarle a él, caerán como una herencia imborrable sobre sus descendientes.