¿Qué hay detrás de la grave situación del asilo Sagrado Corazón de Ciénaga?

Desde el pasado mes de agosto, los empleados del asilo Sagrado Corazón de Jesús del municipio de Ciénaga no aguantaron más. Con más de 20 meses de salarios adeudados, sin prestaciones sociales cubiertas y con tantas necesidades como las que tienen los ancianos que ellos mismos cuidan, decidieron prender las alarmas y llamar la atención donde podían sobre la grave situación que estaban padeciendo.

Clamando por la imperiosa necesidad de subsistir, los pocos empleados de este lugar decidieron visibilizar la manera tan precaria en la que viven una treintena de ancianos en este asilo.

Las fotos que circularon en medios locales de Ciénaga y en las redes sociales fueron bastante impactantes: viejos echados a su suerte compartiendo el piso en medio de una siesta con un perro; moretones producidos por caídas de ancianos que a duras penas pueden sostenerse; otros con un marcado cuadro de desnutrición o graves laceraciones en su cuerpo. En el mejor de los casos, a los ancianos los ponen a cocinar su propia comida.

En medio del desespero, el señor Daniel, uno de los empleados que hizo pública esta denuncia, hizo señalamientos directos en contra de la hermana Piedad Enrique Melo, encargada del asilo desde años atrás. A esta mujer la acusan de apoderarse de lo poco que llegaba al asilo y de supuestos malos tratos hacia los empleados y los mismos ancianos.

Las cosas empeoran con los meses

Daniela Soto, de la Fundación Nabguana, que vela por quienes estén en situación de vulnerabilidad, es quizás la única fundación que aún se mantiene en pie haciendo donaciones permanentes a los ‘abuelos’ del asilo, pues de resto el asilo solo vive de algunas personas que no representan ninguna ONG, pero se conmueven y llevan donaciones ocasionales. 

Daniela no es ajena a las permanentes quejas de los empleados que no dejan de trabajar porque, en medio de la pobreza, así no les paguen, encuentran la posibilidad de beneficiarse con algo de comida y, en algunos casos, las donaciones también se las hacen a ellos.

“Antes había dos enfermeras, una en turno de día y otra de noche. Pero al final solo quedó una. Ellas siempre entraban, trabajaban meses y luego renunciaban porque no tienen manera de pagarles. El ancianato solo vive de los pocos apoyos que les dan las personas naturales. No hay empresas, ni apoyo gubernamental. Los abuelos solo viven de los pocos apoyos que reciben”, dice la encargada de Nabguana.

Y es que en el caso del asilo Sagrado Corazón de Jesús la situación es aún peor. Pues los comentarios sobre los supuestos malos tratos de quienes administran el lugar han hecho que las pocas donaciones que recibían se alejen. Es realmente muy poco lo que reciben.

La misma fundación ha padecido la situación: en el pasado donaron sillas de ruedas y colchonetas y, con la excusa de que los “abuelos dañan rápidamente las sillas o los colchones”, estos no llegaban a su destino, sino que terminaban apilados en un cuarto. Fue por esto que la encargada de la fundación decidió ir por su cuenta, sacar las donaciones y entregarlas de manera directa a los abuelos.

“Aunque yo no puedo dar fe de los tratos de la persona encargada del lugar, debo decir que prefiero entregar directamente las donaciones a los ancianos, pues ellos se han quejado de que cuando no lo hacemos así, a ellos no les entregan las cosas cuando las piden”, dijo Soto.

 Una ‘monja’ que no es monja

Según la fundación Nabguana, el asilo es administrado por una ONG laica, que no pertenece a ninguna congregación religiosa. “Eran un grupo laico que usaba vestimenta religiosa, pero el obispo (monseñor Luis Adriano Piedrahita) investigó el tema y cómo estaban las condiciones en el ancianato. Él (monseñor) le retiró el hábito a la encargada (Piedad Enrique Melo).

Sin embargo, en el municipio de Ciénaga, a Piedad Enrique Melo la conocen como “monja” y los medios locales la han apoyado en el pasado con distintas campañas como el asilotón, para conseguir recursos para la manutención de los ancianos.

Sobre esta denuncia, las autoridades administrativas y la Personería tienen conocimiento, pero de momento no se conocen consecuencias sustanciales al respecto. Los abuelos siguen sobreviviendo de lo poco que les dan y los administradores siguen siendo los mismos. La única diferencia es que la señora Piedad Melo ya no utiliza sus hábitos.

Seguimiento.co intentó ampliar las versiones sobre esta historia consultando al obispo Luis Adriano Piedrahita y al teléfono fijo del asilo, pero al momento de publicar esta noticia no hubo respuesta de los actores consultados.