Por una lluvia que no cayó, cancelaron la concentración política de taxistas

Una tarima montada, el sonido listo, pero sin usar, un humorista contratado, pero sin espectáculo y algunos taxistas imprevistos que pasaban despacio para confirmar que no había nada. Así estuvo el panorama de la polémica concentración política de los taxistas que fue programada para la noche del lunes en la estatua del Pibe Valderrama y que, finalmente, no se llevó a cabo.

Seguimiento.co estuvo en el lugar, en el recordado estadio Eduardo Santos de Santa Marta. En medio del afán, algunas personas que aparentaban ser parte de los organizadores alcanzaron a informar la razón de por qué no se llevó a cabo la reunión política: “por la lluvia amigo, porque parece que va a llover, entonces cancelamos”.

Pese a la respuesta, el cielo nocturno no se veía nublado a lo lejos -apenas con amago de una brisa fría - y el personal de la logística se apresuraba a desmontar el escenario y el sonido que no se usaron.

Este medio digital se encontró al humorista samario Lolo Monery, quien -entre sorprendido y resignado- dijo que lo contrataron para dar un show de chistes, pero que al parecer ahora tendría que hacerlo en las oficinas de los organizadores del evento. El comediante no perdía las esperanzas.

En el lugar también estaba el candidato al Concejo Enrique Ospino, quien pasó por la estatua del Pibe para saludar a los taxistas. Pero allí aduras penas habría alguno dispuesto a hacerle una carrera para llevarlo de regreso a su casa.  

Una reunión marcada por la irregularidad

Horas antes de la sonada concentración de taxistas, que fue incluso promocionada por las redes sociales de los candidatos de Fuerza Ciudadana, circuló una comunicación que develó una peculiar situación: A algunos de los taxistas los estaban obligando a asistir al evento para apoyar a los candidatos Carlos Caicedo y Virna Johnson, y quien no lo hiciera, debería pagar $30 mil pesos.

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No solo una situación injusta para los conductores de taxis, quienes reciben pagos irrisorios por largas jornadas laborales, sino también ilegal, pues la obligatoria asistencia a un evento político constituye constreñimiento al sufragante y se paga con multa y con cárcel.

Quizás por eso, para evitar un problema mayor, los organizadores del evento habrían preferido desmontar el evento y evitar que se llevara a cabo, así para eso tuvieran que inventar una excusa: la amenaza de una lluvia que no cayó.