La dramática vida de Mary Luz: de despojada y víctima de violencia a tener su casa propia
A Mary Luz González la vida le cambió el 16 de Febrero de 2004 .Un grupo paramilitar llegó a su vivienda en el campo a despojar a su esposo Santo Botello y sus dos hijas mayores en una finca en la Sierra de Perijá, ubicado a unos 500 kilómetros del municipio Codazzi (Cesar). En medio de la amena charla que tiene con el periodista, Mary Luz toma un respiro profundo al preguntarle: ¿Cómo fue ese desplazamiento forzado?; entre lágrimas, cabizbaja y la voz entrecortada manifiesta “es un momento duro de recordar”.
“Mi esposo estaba en el campo trabajando con su hermano y tres obreros más, mientras yo cocinaba, llegaron uniformados pidiendo que desalojáramos la casa en 24 horas, no fueron agresivos pero si silenciosos e indolentes”, dice en medio de la rabia y tristeza.
No esperó las veinticuatro horas, sabía por fuentes personales la clase de persona que eran los paramilitares. Había escuchado que al padre de un sobrino de su esposo lo asesinaron y el cuerpo no fue sepultado, sino, que se lo dieron a los animales del campo como presa a comer. El temor se apoderó de la familia de Mary Luz y “Chato” como popularmente le dicen a Santo Botello.
La angustia acrecentó y el desesperó obligó a que Mary Luz saliera huyendo de la finca con sus hijas, con el poco dinero que tenía tomó un bus para Santa Marta. En la ciudad de bastidas la recibió su madre con los brazos abiertos, su esposo regresó veinte días después, sin embargo, no era la última vez que se toparían con un grupo armado.
En Santa Marta la situación se complicaba cada vez más, su esposo, buen hombre de raíces campesinas, ignoraba muchas cosas de la zona urbana, aun así, salió durante un año a las calles a vender tinto para llevar el pan a sus hijas.
Debido al mal momento económico, aceptaron la oferta de ir a trabajar en la finca “Los Gringos” en el corregimiento El Campano, cerca de la Sierra Nevada. Una camioneta los transportó sin tener conocimiento que el destino era zona paramilitar, no tenían opción de regresar, los jefes de la base de Autodefensas Colombiana AUC los obligaron a trabajar para ellos. “Vivíamos de sierra en sierra”, dice Mary Luz al referirse a ese instante.
Los paramilitares le ofrecieron trabajo a cambio de silencio. Mary Luz y Chato con sus cuatro hijas aceptaron realizar oficios varios en la base rural. “No teníamos alternativa”, señala. Durante siete meses trabajando en base paramilitar, Mary Luz asegura que de lejos observaba las reuniones de altos jefes del grupo armado.
Para los años 2003 hasta el 2007 en Santa Marta y La Sierra Nevada, miembros del desmovilizado grupo Resistencia Tayrona, bajo el mando del capturado jefe paramilitar Rodrigo Tovar “Jorge 40”, estaban dedicados al cobro de cuentas del narcotráfico.
Al poco tiempo, deciden dejar la base producto de abusos que tenían algunos empleados paramilitares con Mary Luz. Regresan a Santa Marta y compran un lote donde construyeron un rancho en el barrio Los Fundadores para vivir. “Chato” enrejaba sillas y ella vendía mercancías con su madre, mientras las niñas estudiaban su primaria. Su vida surgió como el ave fénix, de las cenizas, y entre tantas caídas, esta familia logró salir adelante. En el 2014 reciben la noticia que eran beneficiarios de una casa en Ciudad Equidad. Mary Luz asegura que por la gloria de Dios se han mantenido, recibió una ayuda del programa de desplazados del gobierno y con eso compraron una moto que hoy en día a su esposo le sirve para trabajar como mototaxista.
Desde hace un año Mary Luz González es beneficiaria del programa Familias con Bienestar, un proyecto que le ha regresado las esperanzas de estudiar y aprender, unas de las pasiones que dejó por un embarazo a temprana edad. “El programa me ha parecido muy bueno, el año pasado no pude asistir porque mi esposo se accidentó y me tocaba trabajar. Me he perdido de muchas cosas, pero agradezco todo lo que he aprendido en los talleres con los profesores y en las charlas con los psicólogos” manifiesta.
Mary Luz: “Cambiaba papeletas de café Sello Rojo por cuadernos”.
Mary Luz nació en Aracataca (Magdalena), considera que no tuvo infancia, ya que desde los 12 años trabajó haciendo aseo en una casa, “mi mamá se fue a Venezuela cuando tenía 15 años”. Le gustaba mucho estudiar, era una pasión y unas ganas incontrolables de leer y aprender.
Al quedar embarazada y casarse a los 16 años, decidió dejar una de sus pasiones, el estudio. Cursó hasta octavo de bachillerato. “Me dolió mucho dejar de estudiar, mi sueño era estudiar criminalística”, asegura con profunda nostalgia.
De su primera unión familiar nacieron Fredy y Arley de 22 y 19 años respectivamente. Se separó porque su pareja, en ese entonces, la maltrataba física y verbalmente. Luego conoció a Santo “Chato” Botello, su esposo desde hace diecisiete años y con el que tiene cuatro hermosas hijas. Mayra de 16 años cursa octavo de Bachillerato en el INEM Simón Bolívar, Malory 14 años, Adriana 13 y Sheila 10 años.
Santo Botello “Chato”, esposo de Mary Luz, tiene 39 años, prestó el servicio militar durante su adolescencia. Siempre ha sido su fuente de motivación, siempre la ha apoyado y sueña con estudiar un curso de mecánica automotriz. Ella, por su parte, anhela estudiar belleza y obtener su propio negocio.
Pero el sueño que ambos anhelan es ver a sus hijas terminando los estudios, quieren que sus primogénitas no vivan en medio del conflicto, ni conozcan la guerra. Ansían que en la familia de sus hijas perdure la paz y la sana convivencia. Mary Luz sueña con ver a Mayra, su hija mayor, estudiar Psicología en la Universidad del Magdalena, por otro lado, Malory aspira ser una gran enfermera y Adriana quiere ser una pediatra profesional con un corazón tan grande como sus sueños.
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